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entonces<br />
Al principio, el fuego.<br />
Fuego en mis piernas y en mis pulmones, fuego que arrasa cada nervio y cada célula de mi cuerpo.<br />
Así es como vuelvo a nacer, en medio del dolor: surjo de la oscuridad entre un calor sofocante. Me abro<br />
camino desde la húmeda negrura, llena de ruidos y olores extraños.<br />
Corro y corro y, cuando ya no puedo correr más, avanzo cojeando hasta que me siento incapaz de<br />
andar. Entonces me arrastro centímetro a centímetro, hundiendo las uñas en el suelo, como un gusano que<br />
repta entre la vegetación exuberante del territorio desconocido de la Tierra Salvaje.<br />
Sangro también, cuando nazco.<br />
No estoy segura de cuánto he avanzado ni del tiempo que llevo adentrándome en el bosque cuando me<br />
percato de que estoy herida. Al menos uno de los reguladores me alcanzó cuando estaba trepando por la<br />
alambrada. Una bala me ha rozado en el costado, justo por debajo de la axila, y tengo la camiseta<br />
empapada en sangre. Pero he tenido suerte; la herida es superficial, aunque la visión de la sangre y de la<br />
piel desgarrada hace que todo resulte real, auténtico: este sitio desconocido, esta espantosa vegetación<br />
desmesurada, todo lo que ha sucedido, todo lo que he dejado atrás.<br />
Todo lo que me ha sido arrebatado.<br />
Tengo el estómago vacío, pero vomito de todos modos. Toso y escupo bilis que cae sobre las hojas<br />
planas y brillantes que tengo al lado. Los pájaros gorjean por encima de mi cabeza.<br />
Un animal que se ha acercado a investigar corre a refugiarse de nuevo entre la tupida vegetación.<br />
Piensa, piensa, piensa. Álex. Piensa en lo que haría Álex.<br />
Álex está aquí, justo aquí. Imagínatelo.<br />
Me quito la camiseta, rasgo el dobladillo y me ato la parte más limpia alrededor del pecho, de forma<br />
que haga presión contra la herida y me ayude a contener la hemorragia. No tengo ni idea de dónde estoy<br />
ni adónde me dirijo. Solo pienso en moverme, seguir moviéndome, adentrarme más y más, lejos de las<br />
alambradas y de ese mundo de perros y de armas y de…<br />
Álex.<br />
No. Álex está aquí. Tienes que imaginártelo.<br />
Paso a paso, avanzo luchando contra espinas, abejas y mosquitos, apartando ramas gruesas y fuertes y<br />
enjambres de insectos como neblinas suspendidas en el aire. De pronto llego hasta un río: me encuentro<br />
tan débil que la corriente casi me derriba. Es de noche, la lluvia cae torrencial, violenta y gélida; me<br />
acurruco entre las raíces de un roble gigantesco, mientras a mi alrededor multitud de animales invisibles<br />
aúllan, jadean y se pasean en la oscuridad. Estoy demasiado aterrada para dormir. Si me duermo, moriré.<br />
No nace de pronto la nueva Lena.<br />
Nace paso a paso, y luego centímetro a centímetro.<br />
Arrastrándome, con las entrañas retorcidas hasta que parecen convertirse en polvo, con la boca llena<br />
de sabor a humo.<br />
Un dedo tras otro, como una oruga.<br />
Así es como viene al mundo esa nueva Lena.<br />
Cuando ya no puedo avanzar más, ni siquiera un centímetro, dejo caer la cabeza en la tierra y espero<br />
a la muerte. Estoy demasiado cansada para sentir miedo. Por encima de mi cabeza y a mí alrededor solo