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entonces<br />
No hay tiempo para irnos como habíamos planeado. Cogemos lo que podemos y salimos corriendo,<br />
mientras a nuestras espaldas la Tierra Salvaje se vuelve fuego rugiente y humo. Nos mantenemos cerca<br />
del río con la esperanza de que el agua nos proteja si el incendio avanza.<br />
Raven lleva en brazos a Blue, rígida y aterrorizada. Yo llevo a Sarah de la mano. Llora en silencio,<br />
envuelta en el enorme chaquetón de Lu. No ha tenido tiempo de coger el suyo. Lu se las apaña sin él.<br />
Cuando llega el peligro de congelación, Raven y yo nos turnamos para prestarle nuestros abrigos. El frío<br />
se te introduce en el cuerpo, te aprieta las entrañas, hace que te lloren los ojos.<br />
Y tras nosotros están las llamas.<br />
Hemos conseguido escapar sanos y salvos del hogar quince. Faltan Squirrel y Grandma. Nadie<br />
recuerda haberlos visto, con las prisas por abandonar la guarida. Una de las bombas se hundió<br />
profundamente en la tierra justo al lado, lo que provocó el derrumbamiento de un muro de la enfermería y<br />
lanzó una nube de piedras, polvo e insectos hacia la entrada. Después de eso, no hubo más que caos y<br />
gritos.<br />
Cuando se retiran los aviones, llegan los helicópteros. Durante horas dan vueltas sobre nuestras<br />
cabezas y el aire se fragmenta, se hace jirones por el interminable zumbido. Lanzan productos químicos<br />
sobre la Tierra Salvaje hasta crear una niebla que nos quema la garganta, nos ahoga y nos provoca<br />
escozor en los ojos. Nos ponemos camisetas y trapos en el cuello y sobre la boca y avanzamos entre la<br />
bruma. Al menos no mandan tropas de tierra. Debemos considerarnos afortunados por eso.<br />
Por fin oscurece demasiado para que continúen los ataques. El cielo nocturno está sucio de humo. Los<br />
bosques se llenan de crujidos y chasquidos a medida que muchos árboles sucumben a las llamas, pero<br />
por lo menos nos hemos alejado lo suficiente río abajo para estar a salvo del fuego. Por fin Raven<br />
considera que no hay peligro en hacer una pausa para descansar y ver con qué contamos.<br />
Solo tenemos una cuarta parte de la comida que habíamos almacenado, y ningún medicamento.<br />
Bram piensa que deberíamos regresar por la comida.<br />
—Nunca conseguiremos llegar al sur con lo que tenemos — alega, y me doy cuenta de que Raven<br />
tiembla mientras lucha para prender un fuego. Apenas puede encender una cerilla. Debe de tener las<br />
manos congeladas. Yo hace horas que no siento las mías.<br />
—¿Es que no lo entiendes? —le espeta ella—. El hogar está acabado. Ya no podemos volver atrás.<br />
Hoy querían terminar con nosotros, con todos y cada uno. Si Lena no nos hubiera avisado, estaríamos<br />
todos muertos.<br />
—¿Y qué pasa con Tack y Hunter? —insiste testarudo Bram—. ¿Qué harán cuando vuelvan por<br />
nosotros?<br />
—¡Maldita sea, Bram! —la voz de Raven se alza un poco, histérica, y Blue, que se ha quedado<br />
dormida, hecha un ovillo entre las mantas, se revuelve nerviosa. Raven se pone de pie; por fin ha<br />
conseguido que el fuego prenda. Retrocede un paso y se queda mirando las primera llamas que se<br />
revuelven, azules y verdes y rojas—. Tendrán que cuidarse ellos solos —murmura. Aunque ha<br />
recuperado el control de sí misma, percibo el dolor que se desprende de sus palabras, como una cinta de<br />
miedo y de pena—. Tendremos que continuar sin ellos.<br />
—Vaya mierda —declara Bram sin ganas. Sabe que ella tiene razón.