Documento completo - SeDiCI - Universidad Nacional de La Plata
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Est E l a Bl a r d u n i (c o m p i l a d o r a)<br />
<strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> lo pequeño sino, más bien, <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> “lo infinitesimal<br />
visivo” o bien <strong>de</strong> aquello que parece escapársele al ojo humano. Loti<br />
incorpora en sus vastas relaciones <strong>de</strong> viajes algunas micro narrativas<br />
o ca<strong>de</strong>nas <strong>de</strong> secuencias que se encargan <strong>de</strong> “narrar” escenarios <strong>de</strong><br />
la naturaleza, entendiendo a la naturaleza como la fuerza dotada para<br />
darle o producir impresiones. Si el arte <strong>de</strong> Loti no pertenece –como ya<br />
planteamos– a ninguna escuela literaria, po<strong>de</strong>mos pensar en su arte<br />
como impersonal y, a la vez, dispuesto a articular una escritura que<br />
piensa –todo el tiempo– en mostrar sus “aptitu<strong>de</strong>s para ver y para<br />
<strong>de</strong>scribir” ese otro (gran) espectáculo que es la naturaleza.<br />
Así como la trilogía se postula como una suerte <strong>de</strong> relato <strong>de</strong> viaje<br />
“en estado puro” –muy distinta a la tradición literaria francesa <strong>de</strong>l<br />
relato <strong>de</strong> viajes que parece construirse en base a una suma <strong>de</strong> sedimentaciones<br />
y lecturas, <strong>de</strong> referencias obligadas y <strong>de</strong> antecesores–,<br />
la tradición que Loti inaugura con su obra parece renovar o volver –en<br />
cambio– a foja cero los estatutos y “estándares” <strong>de</strong>l género.<br />
Des<strong>de</strong> los aspectos narratológicos, Loti gusta <strong>de</strong> la impresión “tirada<br />
al paso”; <strong>de</strong> los escenarios tanatológicos –como ya hemos expuesto–;<br />
<strong>de</strong> la incorporación <strong>de</strong>l narratario en los prefacios <strong>de</strong> sus obras<br />
con directas apelaciones a que “sigan el viaje”; <strong>de</strong> la fascinación por<br />
aquellas palabras que por sí solas convocan un universo <strong>de</strong> sensaciones<br />
y “<strong>de</strong>stinos”, <strong>de</strong> las postulaciones enérgicas (y sufrientes) en torno<br />
al progreso como enemigo número uno y, por en<strong>de</strong>, su predilección<br />
por escenarios “no intervenidos” por la mano <strong>de</strong>l hombre (“Entrevemos<br />
perfectamente el lúgubre porvenir, las negras épocas que van a<br />
comenzar, tras la muerte <strong>de</strong> los gran<strong>de</strong>s ensueños celestes: las <strong>de</strong>mocracias<br />
tiránicas y espantosas en las que los <strong>de</strong>sdichados no sabrán<br />
ni aun lo que era la Plegaria…”) o directamente a ciuda<strong>de</strong>s (entida<strong>de</strong>s)<br />
“amortajadas” –en muchos casos <strong>de</strong> manera luctuosa (“Todo está<br />
como ayer, y como ha mil años”); <strong>de</strong> la asunción <strong>de</strong> otras “narrativas”<br />
que llamaremos recurrentes como “la narrativa <strong>de</strong> la caravana”, la<br />
“narrativa <strong>de</strong>l campamento” o la “narrativa <strong>de</strong>l bazar” que cuentan<br />
–entre la hibri<strong>de</strong>z <strong>de</strong> una <strong>de</strong>scripción, una impresión y un cuadro <strong>de</strong><br />
costumbres– los avatares y dificulta<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l viaje y sus distintas instancias,<br />
prosecuciones o <strong>de</strong>tenciones, <strong>de</strong> la predilección por lo que<br />
Loti llama sus “pequeñeces” con el fin <strong>de</strong> lograr que el lector “capte”<br />
cuál es la medida acerca <strong>de</strong> cómo son “en realidad” las cosas, <strong>de</strong>l uso<br />
Es c r i t u r a s d E l ot ro En au to r E s d E la l i tE r at u r a f r a n c E s a<br />
sistemático <strong>de</strong> una suerte <strong>de</strong> párrafo “turístico” o <strong>de</strong> difusión don<strong>de</strong><br />
el narrador amontona en un solo bloque –y <strong>de</strong> manera rápida– todo<br />
lo que una guía <strong>de</strong>bería <strong>de</strong>cir <strong>de</strong> importante <strong>de</strong> un <strong>de</strong>terminado barrio<br />
judío, <strong>de</strong> una famosa mezquita o <strong>de</strong> la ciudad <strong>de</strong> Fez, Damasco, Estambúl<br />
o Gaza o, entre otros, <strong>de</strong>l “<strong>de</strong>tallismo”, casi sin prece<strong>de</strong>ntes,<br />
con que se <strong>de</strong>tiene a <strong>de</strong>scribir costumbres <strong>de</strong>l lugar (venta <strong>de</strong> esclavos,<br />
el sacrificio <strong>de</strong> un carnero o los “efectos físicos” que provoca la<br />
cercanía <strong>de</strong> un oasis).<br />
Una vez dispuesta ya la “condición <strong>de</strong>l disfraz” para volverse “natural”<br />
en un territorio otro, una vez ya montado “el engaño <strong>de</strong> las vestiduras”<br />
o los artilugios <strong>de</strong> “ser alguien” en esos lejanos parajes (“Muy<br />
<strong>de</strong> mañanita, solo, vestido <strong>de</strong> árabe, y a pie, aunque esto sea muy<br />
burgués, me encamino al bazar a comprar agua <strong>de</strong> rosas y odoríferas<br />
ma<strong>de</strong>ras <strong>de</strong> la India para perfumar mi casa, como es costumbre. Y<br />
nunca como esta mañana me he forjado la complaciente ilusión <strong>de</strong><br />
ser alguien en Fez” 27 ), se <strong>de</strong>stacan en todo el conjunto <strong>de</strong> sus viajes,<br />
esas diminutas narraciones que se repiten, esa suerte <strong>de</strong> vasto<br />
universo pulviscular que releva cambios sutiles <strong>de</strong> los momentos <strong>de</strong>l<br />
día, <strong>de</strong> la atmósfera, <strong>de</strong> las distintas posiciones <strong>de</strong> la luna y <strong>de</strong>l sol,<br />
<strong>de</strong> mutaciones huidizas (o que se realizan en un instante) que Loti se<br />
empeña <strong>de</strong>nodadamente en capturar: el cielo que escampa, el <strong>de</strong>sierto<br />
que se oscurece o la tormenta en el punto mismo en que parece<br />
<strong>de</strong>satarse, todo ello frente “a sus ojos”.<br />
<strong>La</strong>s narrativas pue<strong>de</strong>n cubrir las modificaciones <strong>de</strong>l <strong>de</strong>sierto (“Sin<br />
embargo, gradualmente, a medida que el sol ascien<strong>de</strong> calentando el<br />
<strong>de</strong>sierto, los horizontes se hacen más borrosos; luego vagamente los<br />
jirones <strong>de</strong> blancas muselinas y <strong>de</strong> gasas violáceas que prece<strong>de</strong>n a los<br />
espejismos, comienzan a temblar en varios sitios a la vez”), <strong>de</strong> las nubes<br />
(“Inútiles también, los nublos espesos que al rayar el día, hasta la<br />
hora meridiana, se amontonaron a lo lejos, sobre las montañas muertas,<br />
llevando su velo <strong>de</strong> frescura y <strong>de</strong> misterio allí don<strong>de</strong> no hay nada.<br />
Cada vez más, por momentos, van con<strong>de</strong>nsándose, envolviendo en<br />
vapores las lontananzas sin vida; mudables e inconstantes, parecen<br />
ro<strong>de</strong>arnos ahora; las arenas que hollamos se ahogan por todas partes<br />
en un cielo cada vez más bajo y más sombrío, y por fin el sol mismo<br />
se atenúa como presto a extinguirse”), <strong>de</strong>l crepúsculo (“Es la hora<br />
27 Loti, 1999, p. 154.<br />
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