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y el cobre baja a dos dólares la libra, este
país se puede ir a la quiebra en meses.
Siempre cuando hablamos de energía
nos referimos solamente a electricidad,
pero también hay que hablar del resto de
la matriz. Lo menciono para que no solamente
pensemos que energía es energía
eléctrica, es mucho más que eso.
¿Qué le pareció la decisión del Comité
de Ministros de rechazar el proyecto HidroAysén?
HidroAysén es un proyecto que llegó
fuera de época y que ya es historia, por eso
creo que fue una buena decisión del Comité
de Ministros, fundada en las reclamaciones
que desde un inicio dijimos que eran
insubsanables. Finalmente, se dio el estado
de derecho, las instituciones funcionaron
y el proyecto HidroAysén terminó rechazado.
Esto era lo que esperaban todos los
chilenos, porque era un mal proyecto el
que estaba tratando de implementarse.
¿Cuánta incidencia cree que tuvo en
esta decisión las manifestaciones sociales
que se desarrollaron en los últimos años en
contra del proyecto?
No sé, a lo mejor sin ningún movimiento
social se hubiera dado la misma
decisión, pero sin duda que las manifestaciones
y sobre todo el movimiento Patagonia
Sin Represas marcó un hito porque
logró que la gente se sintiera cansada del
abuso y saliera a la calle a protestar. El fenómeno
del empoderamiento ciudadano
que hoy día se da en Chile tiene mucho
que ver con el malestar por la destrucción
que se iba a hacer en la Patagonia. En ese
sentido, sin duda es un aporte.
¿Cree que esto puede ser entendido
como un llamado de atención para los controladores
de otros proyectos energéticos
que están siendo cuestionados?
Yo diría que el rechazo a HidroAysén
genera un cambio de actitud en términos
de que las normas hay que cumplirlas. Los
proyectos tienen que satisfacer la normativa
ambiental, tener lo que se llama hoy día la “licencia
social”, es decir, que las comunidades
estén de acuerdo en realizar un proyecto y
no vía lobby ni publicidad engañosa. Esa es
la conducta que ya no se quiere y tiene que
haber un cambio, sobre todo cómo las empresas
se aproximan a los territorios.
En vez de hacer lobby, las compañías
deben hacer bien las cosas, conversar de
manera transparente con las comunidades,
hacerlos partícipes de nuevos proyectos.
¿Por qué una comunidad Huilliche no
puede ser socio de una unidad geotérmica?
Esas fórmulas innovativas son las que
deben aparecer.
Precisamente en relación a este concepto
de “licencia social”, ¿cómo cree que lo entienden
las empresas en su relación con las
comunidades donde se insertan?
Hay que recalcar que la licencia social
la sensibilidad de percepciones de emociones
y de estados de ánimo para poder
sacar adelante una determinada iniciativa.
Sin embargo, creo que es un derecho de
la gente reivindicar las comunidades, porque
quieren ser escuchados, se cansaron
del abuso. Por eso la tarea pendiente es
por parte de las empresas.
De acuerdo a información de la empresa,
HidroAysén pretendía cubrir cerca del
21% de la demanda del SIC al año 2020
¿Es posible reemplazar esa cantidad de
energía con otros proyectos? ¿Cuáles?
Primero que todo hay que aclarar que
HidroAysén habría entrado desde el año
2025 en adelante. En segundo lugar, llama
la atención cuando se discute que si para
reemplazar esa energía o quemamos carbón
o hacemos energía nuclear, como si
fuera de lo único que disponemos. Esa es
una discusión forzada, porque hay muchas
otras opciones.
Las energías renovables si llegan a un
20 ó 25% al 2025 es más que todo Hi-
tica,
un 20% al 2025 también es más que
todo HidroAysén. Entonces hay formas de
responder y de reemplazar.
Hay más de 11.000 megawatts de proyectos
de energías renovables en el sistema,
y sólo 1.000 están construidos y en
operación. Entre estos proyectos, hay algunos
que resaltan por el punto de la po-
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