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Apenas se disuelve en el agua, un centesimo próximamente;
poco en el amoníaco líquido; mejor en
el espíritu de vino que colorea de rojo; muy bien en
el alcohol amílico.
En esta propiedad se funda el fuchsinómetro de
M. Belus.
El ether puro casi no la disuelve si está exento de
alcohol y si las soluciones son acidas; el cloroformo
no la disuelve; no disuelve tampoco el moreno ni el
amarillo de anilina.
Se han propuesto estas reacciones para comprobar
la pureza del ether sulfúrico y del cloroformo y para
reconocer si contienen alcohol.
Puesto que la fuchsina resulta de la combinación
de una base con un ácido, neutralizándose su ácido,
se hace incolora; solo sus sales tienen color.
Tal es el efecto del amoníaco.
Vertido en una solución de fuchsina, el amoníaco
la decolora; si se neutraliza este amoníaco por un
ácido, el ácido acético por ejemplo, la solución de
fuchsina vuelve á tomar su color.
Los ácidos minerales muy fuertes la hacen volver
amarilla; vuelve á su color si se debilita con agua la
fuerza del ácido.
Las soluciones de fuchsina tiñen fuertemente la
lana y la seda sin que el agua pueda quitar el color.
El mismo efecto por el fulmicotón, según M. Jacquemin.
M. Charvet ha demostrado la potencia tintórea
considerable de la fuchsina; 10 á 12 centigramos
bastan para comunicar al agua un color vinoso, pero
demasiado claro que es necesario reforzar con otro
color negro ú oscuro.