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Los imperios perdidos Juan Carlos García-Ojeda Lombardo

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mostraba cauto al expresar sus emociones. En su interior, no cesaba de mostrar desprecio y asco<br />

por aquel maléfico personaje.<br />

El director, entró en materia. Fue pasando una por una, revista a todas las sucursales,<br />

determinando cuales serían, a partir de ese momento, los objetivos a cubrir. Corrigiendo, en<br />

suma, desviaciones y atenazando la moral de los jóvenes delegados con su típico estilo<br />

paternalista. Este tono, cambió cuando enjuició la gestión de Manuel Mestayer. Tras un paréntesis<br />

salpicado de gesticulaciones, movimientos de cejas y resoplidos, dijo:<br />

- Lo de Córdoba, Manuel, es para preocuparse. Nos preguntamos en Madrid, qué haces en<br />

tu despacho. No funcionada nada. La producción que has hecho, es escasa y de baja calidad. La<br />

recuperación de morosos, ínfima. Y lo que es peor, han llegado a Central quejas de directores de<br />

la Corporación en tu zona, relativas a la poca flexibilidad que ostentas en el trabajo de<br />

colaboración con ellos. ¿Has olvidado que somos parte de la corporación...<br />

- ¡Perdón!, eso no es cierto del todo, -dijo Manuel con voz quebrada-, A veces han querido<br />

colocar algunas operaciones de muy dudosa fiabilidad y me he limitado a convencerlos para que<br />

las retirasen.<br />

- Te rogaría que no vuelvas a interrumpirme, -replicó Villarrubia amenazante-, eso que dices<br />

no justifica tus impresentables ratios.<br />

- Córdoba es una ciudad pobre...<br />

- ¡No me jorobes, chico! También lo es Jaén. Y qué me dices de la zona de la Alpujarra de<br />

Granada. Sin embargo, salen a flote. No se piden grandes éxitos ni alardes. Solo capacidad de<br />

gestión y dedicación.<br />

- Le juro que hago cuanto puedo. Trabajo más horas que nadie. Me llevo papeles a la casa.<br />

Hay fines de semana que los paso en la oficina. Repare en que mi sucursal esta infradotada. Hay<br />

pocos empleados y los medios son muy limitados. No puedo atender tantos asuntos a la vez...<br />

El tono de Manuel rozaba el llanto. Sus ojos estaban enrojecidos. Su cara, murriosa y<br />

descompuesta se escondía tras unas manos temblorosas. Después, clavó una mirada suplicante<br />

en los directivos de Credimundo. No se la sostuvieron.<br />

En ese momento tomó la palabra <strong>Juan</strong> Santamaría, director de morosidad. Mirando a los<br />

focos que pendían del techo, dijo:<br />

-El director de recursos humanos, no ha podido venir, aunque estaba previsto que nos<br />

acompañara. No obstante, me delega la obligación de comunicar al Sr. Mestayer que, con fecha<br />

del próximo lunes, cesará como delegado provincial de Credimundo en Córdoba, siéndole<br />

revocados los poderes en su día conferidos. Le comunico, con todos ustedes de testigos, que<br />

esta decisión no tiene equiparación de sanción por despido, por cuanto podrá reincorporarse al<br />

departamento comercial en las tareas que le asigne el nuevo delegado, Pedro Gaitán, hasta hoy,<br />

técnico comercial de la sucursal de Córdoba.<br />

- ¿Ya conoce Pedro esta decisión, preguntó Manuel abatido<br />

- Sí. Gaitán está en Madrid desde ayer por la tarde<br />

- ¡Me cago en su puta madre! Lo sabía y no me dijo nada., -murmuró Manuel-.<br />

Todos sabían la estima en que Manuel había tenido a Pedro Gaitán. Siempre se deshizo en<br />

elogios hacia él. Era evidente que Manuel había recibido un golpe demoledor, su cese y la traición<br />

de Pedro, le dejarían confuso y deprimido. Era un hombre con apariencia de seguridad y<br />

erudición, mas todo apuntaba a un velo tupido donde cobijar sus inseguridades y frustraciones.<br />

Luís sintió lástima y también una cierta impotencia. Nadie más que Manolo se esforzaba en hacer<br />

las cosas bien. Su fachada de yupi y la esmerada y forzada pronunciación, ocultaban a la persona<br />

honrada y esforzada que había en su interior. Le hacía daño su rigidez, la falta de psicología al<br />

tratar a las personas. Precisamente por eso, no sería capaz de entender el doble juego de Gaitán.<br />

Tampoco la actitud de los altos directivos de la empresa. Tal vez, les amparara una cierta razón en<br />

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