Los imperios perdidos Juan Carlos GarcÃa-Ojeda Lombardo
Los imperios perdidos Juan Carlos GarcÃa-Ojeda Lombardo
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- Todos tus sentimientos han aflorado desde que decidiste hacer el chalet. Si no es por él,<br />
aún estarías destruyéndote sin darte cuenta. Tus sueños, tu estado de ánimo, tus decisiones, la<br />
muestra de amor de tu mujer con este campo de fútbol, tu madre, te han dado la oportunidad de<br />
ver la vida como es. No te importe la ilusión. Todo eso es banal y transitorio. Nos preocupamos<br />
por cosas que nada importan y es mucho el precio que pagamos por ellas. ¡No interesa!<br />
Luís miró fijamente a los ojos a David. Su análisis y conocimiento de la situación lo dejó en<br />
una extraña eclepsia de sosiego y expectación. Dijo a continuación.<br />
- ¡David, tengo miedo por mis hijos!<br />
- ¡No me hables de eso. Es una trampa absurda! ¿Acaso has heredado algo de tu padre<br />
- Sabes que mi padre murió cuando yo era un niño.<br />
Un gran silencio se adueñó de los hombres. Se miraron el uno al otro. Luís dijo:<br />
- ¡Tú eres mi padre! David Santerbal Urrutia. ¡Tu eres mi padre!, ¿verdad y te ruego me<br />
digas qué debo hacer en este trance!<br />
- ¡Eso no importa! Qué más da quién pueda ser yo. Hemos disfrutado jugando un buen<br />
partido y eso es bueno por sí solo. No es preciso buscar respuesta a todo.<br />
- Entonces porqué me dejas que te cuente mi vida y como sabes tanto de ella. Si no eres mi<br />
padre, porqué llevas su nombre.- Dijo Luís con las manos en posición suplicante<br />
- Luís, no es preciso conocerlo todo. Hay pocas verdades absolutas, una de ellas que el<br />
deseo causa dolor.<br />
- ¡Es verdad!, siempre he sufrido por que quise ser futbolista!<br />
- Vivir aunque se queden ilusiones atrás. Hoy has disfrutado, como siempre que tienes un<br />
balón en los pies. No necesitas mezclarte con las miserias del mundo. Te basta con correr y sentir<br />
libertad. Si no valoras ese momento, verás en ti un cadáver. Un cadáver llamado ilusión.<br />
- ¡Porque te obstinas en ocultarte! Tú has estado desde el principio en mis sueños. Mamá<br />
me lo dijo. ¡Por Dios, me siento perdido!<br />
- Las cosas no son de un solo color. Además, las cosas serán las que tú quieras que sean.<br />
Estoy tratando de que veas la flor en tu balcón y te obstinas en asomarte a ver el jardín del<br />
vecino.<br />
Se sintió descorazonado. Precisaba una confirmación que no tendría. Respiró varias veces<br />
profundamente. Dio la impresión de estar exánime y abatido. Pese al frío, aún sudaba. Su pelo<br />
estaba alborotado y mojado. Reflexionó y dijo;<br />
- ¡Está bien! Las cosas serán lo que yo quiera. Hasta el fin de mis días, llevaré esta<br />
conversación en mi recuerdo.<br />
- Intenta vivir con intensidad y sin apegos. ¡Lo demás no importa!<br />
- No es poco David. Vivir con intensidad y sin apegos.<br />
- Respira y siente la inmensidad. Busca a tú alrededor y ama. Hazte cercano a quienes te<br />
necesitan. Tu esposa, tus hijos. Consuela a tu madre.<br />
David guardó la llave metálica en el bolsillo del pantalón. Arrancó de las medias una cinta<br />
blanca que las circundaba a modo de elástico y las bajó hasta los tobillos. Miró a Luís con una<br />
expresión repleta de bondad. Con su mano derecha levantada, dijo adiós. Corrió después hacia la<br />
puerta de hierro, la cruzó y despareció.<br />
Luís dibujó un brillo especial en sus ojos. La luz, aunque débil, todavía pugnaba por no dar<br />
paso a las tinieblas de la noche. Las pupilas se encendieron de cristal plateado y los haces de luz<br />
peregrina de la tarde, jijaron su anárquico resplandor en su faz.<br />
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