Y así llegamos a la novela de Laura Pérez de Oleas Zambrano, Sangre en las manos. La obraaparece, a primera vista, como un cuerpo literario extraño, un ensamble de géneros (el narrativo, eldramático, y dentro de ellos de subclases: el cuento de hada, la novela gótica, el ensayo) y deregistros expresivos (el modernismo, el romanticismo, el realismo y un experimentalismo llamativopor su ausencia) que operan al interior de la única novela ecuatoriana escrita sobre la temática delaborto. La novela se publica en 1959, en un momento menguante de las fortunas del llamadorealismo social latinoamericano y opera al interior de un episodio histórico ocurrido en Quito treintaaños antes. Pérez de Oleas Zambrano parece querer minar la fórmula exitosa del ―realismo‖ en elEcuador y escribir una obra capaz de denunciar la abyección que acompaña al aborto, depresentar una defensa espirituosa de quienes no tienen voz (campesinos, indígenas, negros,proletarios) en el panorama fracturado de la sociedad ecuatoriana de la época. El problema enparte tiene que ver con el sujeto silenciado, con la inconmensurabilidad existente entre etnia oclase social y género. Porque lo que resulta claro en esta novela es que Pérez de Oleas Zambranoescribe de mujeres y no de fetos, que decide explorar la profundidad dramática de su personajecentral, Estenia Germán, a la vez que desintegra, progresivamente, su credibilidad. Por ejemplo:―Para Estenia Germán era la fiesta de su doctorado. Con la operación abortadora hecha con tanbuen éxito a Sabina Ocaña, quedaba consagrada su profesión de comadrona clandestina. Desdeentonces principia su ―apostolado‖ a favor de la mujer quiteña; pero de la frágil y criminal quenecesite de su auxilio. Estaba puesto el cimiento de su gran obra ―redentora‖. Había escalado elprimer peldaño de su trono hecho de matrices sangrantes y niños degollados. Empezaba la trágicamonarquía de la Reina del Hampa Quiteña‖ (p 83)El comentario moralista, de índole editorial, se desliza entre la descripción y el exceso metafórico.El titubeo entre estas orientaciones se observa con claridad en el uso (una constante en toda laobra) de comillas, Pérez de Oleas Zambrano se ve obligada a emplear una ironía que requiere devisibilidad ( y que por lo tanto pone en duda su sinceridad como ironía) . Se trata así de una suertede actuación, a nivel ortográfico, pública, de una performance que absuelve a la autora deresponsabilidad sobre su propia ambivalencia. Una nueva evocación del personaje:―¡Bruja!. . .¡Sí!. . . El epíteto lanzado esa mañana lapidó su orgullo de mujer. Pero si la boca de esta―bruja‖ se abriera para delatar a sus cómplices, se necesitaría un celuloide de larguísimo metrajepara proyectar en la pantalla de la vida quiteña, la innúmera procesión de delincuentes que, enjunta de ella, deberían llenar los presidios. Por su burdel de prostituta; por su clínica mortífera, porsu casa de tolerancia, por su laboratorio de confeccionar doncellas y por su arca de usurera alciento por ciento, pasaron en esotérica ronda todas las clases sociales de la bella y tranquilaciudad de San Francisco de Quito. El mismo conglomerado que ahora tocaba su trompeta dealarma para defender la ética amenazada por una sola mujer. Por esa mujer que fue la salpicadade su limo podrido; la que recibió el oro que el pecado iba a depositar suplicante en sus arcas yque llorando se arrastraba a sus pies para que esgrimiera el estilete infanticida.
Apoyada en el castra la Germán protestaba con su lloro de la injusta agresión del pueblo quiteño.Preparaba su defensa que sería delatoria para los que le recluyeron en la cárcel. Y pensaba queella no fue más que la ejecutora de los delitos que otros premeditaron. Hipócritamente, los mismos,le ponían ahora sobre su frente el ―inri‖ del oprobio y le encerraban como a una bestia peligrosa.Mientras ellos seguirían , en otras clínicas y burdeles, la misma obra indecente e igualmentecriminal y destructora. (p 128)En esta segunda instancia vemos un tono diferente, un acento distinto, un acercamiento máscomprensivo y analítico a la temática de la asignación de culpa en el aborto. La noveladespersonaliza el tema y reasigna responsabilidades, Estenia Germán aparece ahora como unsímbolo más que como un personaje. Apenas once páginas más tarde, la novela se inclina por unmovimiento pendular de regreso al psicologismo:―gran atenuante de la amoralidad de la partera Germán es su absoluta falta de comprensión paraseparar el bien del mal. Por eso Estenia no entendió el porqué de su encarcelamiento. ―Ella seganaba la vida trabajando, pero la justicia humana la condenaba sin ir al fondo de su alma, que erabuena, que todo lo hizo por el bien de los otros, que se inclinó ante la súplica de mujeres llorosas ydesgraciadas, por las cuales tuvo muchas horas de desvelo. ¿Tenía ella la culpa de poseer estahabilidad y que hombres y mujeres de toda la escala social buscaran sus servicios?. . .‖‖ (P139)Nuevamente, las comillas hacen su aparición, esta vez a favor de un monólogo interior que rompecon el didactismo paternalista y jurídico de inicios de la cita, las comillas buscan exteriorizar elpensamiento de Estenia Germán, de tal manera que su discurso no tenga posibilidad alguna deconfundirse con la fluctuante severidad del narrador.―Casos como el de Clarita quedan para siempre en el secreto. Se repiten con aterradora frecuencialas tragedias ocasionadas por el delito del aborto. Pero las familias tienen buen cuidado de ocultarsu dolor y vergüenza. Mas no culpemos a una sola mujer como la causa de esta llaga purulentaque se va extendiendo as cada día en todas las clases sociales‖ 208Lo que parece progresión, desde una caracterización naturalista hacia el inicio de la novela haciauna evaluación prudentemente objetiva de la vida de este personaje con el pasar de las páginas,en realidad evidencia una constante oscilación, nunca lejana a la condena ni a la caricaturización.Otro ejemplo:―¡Libre!. . .Juro que las calaveras de niños seguirán hacinándose en mi Solio hecho de matricessangrantes e infantes degollados!. . .!Ja¡. . .!Ja¡. . .!Ja¡. . . Aun no termina la obra de la Reina delHampa Quiteña. . .Mi reinado será eterno porque me sucederán en el Trono otras Estenias queseguirán remendando y parchando honras con cadáveres de nonatos. . . 421
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