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217peare O que se hubiera invenrado un prorotipo dela cámara ran pronro como para haberlo forografiado,la mayoría de los bardólatras elegiría la forografía.Y no sólo porque la fotografía presuntamentenos mostraría cuál era la verdadera aparienciade Shakespeare, pues aunque la hipotética forografíaestuviera desdibujada, fuera apenas inteligible,una sombra parduzca, quizás seguiríamosprefiriéndola a otro glorioso Holbein. Tener unaforografía de Shakespeare equivaldría a tener unclavo de la Vera Cruz.Casi rodas las manifestaciones conternporáneassobrelainquietud de que un mundo de imágenesestá sustituyendo al mundo real siguen siendoun eco, como la de Feuerbach, de la depreciaciónplatónica de la imagen: verdadera en cuanro se asemejaa algo real, falsa pues no es más que una semejanza.Pero este venerable realismo ingenuo noresulta tan pertinente en la era de las imágenes fotográficas,pues el acusado conrraste entre imagen(vcopia»} y cosa representada (el «original») -quePlatón ilustra repetidarnenre con el ejemplo de unapinrura- no se ajusta de un modo tan simple auna forografía. El conrraste tampoco ayuda a comprenderla producción de imágenes en sus orígenes,cuando era una actividad práctica y mágica, un mediode apropiarse de algo o dominarlo. Cuanro másretrocedemos en la hisroria, como ha advertido E.H. Gombrich, menos precisa es la distinción entreimágenes y cosas reales; en las sociedades primiwww.esnips.com/weblLinotipo

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