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35Las fotografías no pueden crear una posición moral,pero sí consolidarla; y también contribuir a laconstrucción de una en cierne.Las fotografías pueden ser más memorablesque las imágenes móviles, pues son fracciones detiempo nítidas, que no fluyen. La televisión es uncaudal de imágenes indiscriminadas, y cada cualanula a la precedente. Cada fotografía fijaes un momentoprivilegiado convertido en un objeto delgadoque se puede guardar y volver a mirar. Fotografíascomo la que cubrió la primera plana de casitodos los diarios del mundo en 1972-una niñasurvietnamita desnuda recién rociada con napalmestadounidense que corre hacia la cámara por unacarretera, chillando de dolor, con los brazos abiertos-probablemente contribuyeron más que cienhoras de atrocidades televisadas a incrementar larepugnancia del público ante la guerra.Nos gustaría imaginar que el público estadounidenseno habría sido tan unánime en su aprobaciónde la guerra de Corea si se le hubiesen presentadopruebas fotográficas de su devastación, enalgunos sentidos un ecocidio y genocidio aún másrotundos que los infligidos en Vietnam un deceniomás tarde. Pero la suposición es trivial. El públicono vio esas fotografías porque no había espacio ideológicopara ellas. Nadie trajo fotografías de la vidacotidiana en Pyongyang para mostrar que el enemigotenía un rostro humano, como las que FelixGreene y Marc Riboud trajeron de Hanoi. Los estawww.esnips.com/weblLinotipo

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