12.07.2015 Views

Fazer download PDF - Fundação Cultural do Estado da Bahia

Fazer download PDF - Fundação Cultural do Estado da Bahia

Fazer download PDF - Fundação Cultural do Estado da Bahia

SHOW MORE
SHOW LESS
  • No tags were found...

You also want an ePaper? Increase the reach of your titles

YUMPU automatically turns print PDFs into web optimized ePapers that Google loves.

CARLOS RIBEIRO394otra cosa, seguir sien<strong>do</strong> prisioneras? En el mun<strong>do</strong> no había más espacio paraheroísmos. Si lo hubiera, el héroe ciertamente no sería él.El héroe estaba muerto. Había muerto en algún lugar del trayecto de supropia vi<strong>da</strong>, pero no podía decir dónde exactamente. Alberto, que ya había alimenta<strong>do</strong>y creí<strong>do</strong> en tantas utopías, vivía ahora para preservar su integri<strong>da</strong>dmoral como una construcción particular –como una casa que construye arribade un árbol, en el patio, la cual inspecciona diariamente para ver si sigue limpiay sóli<strong>da</strong>, como un refugio contra la estupidez del mun<strong>do</strong>–. Un lugar demasia<strong>do</strong>chico, empero, para que quepan muchas personas; un lugar selecto, <strong>do</strong>nde podríaponer a su familia y a uno o <strong>do</strong>s amigos, pero cuyas puertas jamás podríaabrir de par en par al mun<strong>do</strong>.Consideraba su reserva moral (la expresión parecía anticua<strong>da</strong>, pero realmentequería preservarla) una planta, en el jardín, que regaba to<strong>do</strong>s los días y sobrela que se apoyaba para relacionarse con el mun<strong>do</strong>. A veces tenía ganas de ponerlos pies en un terreno neutro, en otra dimensión, en la cual podría hacer to<strong>do</strong> loque quisiera sin que lo tocara ningún concepto, ni preconcepto. Una de sus diversionespreferi<strong>da</strong>s era dejarse entregar a la fantasía de que habitaba aquel lugar.Era un estimulante ejercicio de imaginación, inofensivo, es ver<strong>da</strong>d, pero queconstituía, sin que nadie lo supiera, una especie de venganza contra el mun<strong>do</strong>,contra to<strong>do</strong> lo que la civilización, con sus valores, representaba en su vi<strong>da</strong>. Era suúnico espacio de libertad, por el que nadie, ni siquiera las personas más íntimasde sus relaciones, podría adentrarse.Ese lugar –que se llamaba Lunaris, en una referencia a la novela Solaris, deStanislaw Lem–, era una forma especial de pensar. Y de sentir. Solo después descubriríaque era, de hecho, un lugar. Un extraño mun<strong>do</strong> mutable que, con eltiempo, había adquiri<strong>do</strong> el estadio de reali<strong>da</strong>d; extraña, pero no por ello menosreal. En él, Alberto se <strong>da</strong>ba al placer a veces perverso (si dicha palabra tuvierasenti<strong>do</strong> en aquel lugar), de rehacer personas, de reconstruir acontecimientos,de eliminar a to<strong>do</strong>s los que lo fastidiaban. Nunca, es ver<strong>da</strong>d, de mo<strong>do</strong> violentoo cruel. Prefería siempre alguna solución que lo hiciera reír. Pero siempre intentan<strong>do</strong>recor<strong>da</strong>r que sus emociones nunca, jamás, podían resultar manifiestas. Lafrontera entre aquel mun<strong>do</strong> y este tenía que ser, siempre, preserva<strong>da</strong>.Quizás fuera por eso que Alberto era un hombre serio, o un poco distraí<strong>do</strong>.Su mujer, Judite, se quejaba siempre de esa cuali<strong>da</strong>d que tenía. Ella nunca secansaba de asombrarse por la facili<strong>da</strong>d con que Alberto se desentendía de lascosas. Cómo lograba <strong>do</strong>rmir –e incluso soñar– en un instante, a veces hasta enpie, recosta<strong>do</strong> en una pared. Él había llega<strong>do</strong> incluso a confesarle, sin que ella lecreyera (¡pero era ver<strong>da</strong>d!), que ya se había <strong>do</strong>rmi<strong>do</strong> corrien<strong>do</strong>.– Fue en un ejercicio de Educación Física, hace muchos años, en el colegio.Era muy temprano, yo tenía mucho sueño y...A pesar de to<strong>do</strong> esto, Alberto era una persona normal. Y no era, de forma alguna,un pesimista, o un soña<strong>do</strong>r. Había en él una equilibra<strong>da</strong> mezcla de Quijote

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!