13.07.2015 Views

Autobiografía (Parte I) - Cristianía

Autobiografía (Parte I) - Cristianía

Autobiografía (Parte I) - Cristianía

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

sola en un bosquecillo en el que había un toro desquiciado; mas élmismo se dio a la fuga. Si pudiera rememorar todas las providenciasde Dios a mi favor, se mostrarían como algo maravilloso. En realidaderan tan frecuentes y continuas, que no puedo sino asombrarme anteellas. Dios les hace un préstamo eterno a aquellos que no tienen nadacon qué pagarle. Si asomara en la criatura fidelidad o pacienciaalguna, Él es el único que lo da. Si por un momento deja Él deayudar, si aparentemente me deja en mis propias manos, yo dejo deser fuerte, y me veo a mí misma más débil que ninguna otra criatura.Si mis miserias muestran lo que soy, sus favores muestran lo que Éles, y la extrema necesidad en la que me encuentro de dependersiempre de Él.Tras doce años y cuatro meses de matrimonio entre las mayorescruces, exceptuando la pobreza que nunca conocí, aunque mucho lohabía anhelado, Dios me sacó de ese estado para darme crucestodavía más duras y de una naturaleza tal que nunca antes habíaconocido. Porque si usted, señor, presta atención a la vida que me hamandado escribir, observará que mis cruces se han ido intensificandohasta el día de hoy, quitándose una para dar lugar a otra que lasustituya, más intensa aún que la primitiva. En medio de laspreocupaciones que se me imponían, cuando decían que “estaba enmortal pecado”, no tenía a nadie en el mundo con quien hablar.Hubiera deseado tener a alguien como testigo de mi conducta; perono tenía a ninguno. No tenía ningún apoyo, ningún confesor, ningúnguía espiritual, ningún amigo, ningún consejero. Lo había perdidotodo. Y después de haberme quitado Dios uno tras otro, Él mismotambién se apartó. Me quedé sin ninguna criatura; y para completarmi angustia, parecía haber sido abandonada sin Dios, que era elúnico que me podía apoyar en un estado de aflicción tan profundo.La enfermedad de mi marido se volvía cada día más pertinaz.Supo lo que era la proximidad de la muerte, e incluso la deseaba delo opresiva que era su lánguida existencia. En cuanto a sus otrosmales, era muy reacio a tomar ninguna clase de alimento; no tomabanada de lo necesario para mantener la vida. Sólo yo tenía el valor dehacerle comer lo poco que comía. El doctor le aconsejó ir a lacampiña. Una vez allí, y cuando al principio por unos días pereciómejorar, repentinamente le sobrevino una complicación de lasdolencias. Su paciencia intensificaba su dolor. Vi con claridad que noviviría por mucho tiempo. Me suponía un gran inconveniente que misuegra me mantuviera alejada de él tanto como podía. Le metió en la120

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!