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Autobiografía (Parte I) - Cristianía

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pastorcillas para instruirlas en sus deberes religiosos. Al no seralimentado de oración, este espíritu decayó de forma gradual. Mevolví fría para con Dios. Todos mis antiguos defectos revivieron, a losque sumé una desmesurada vanidad. El amor que empecé a tener pormí misma extinguió lo que quedaba dentro de mí del amor de Dios.No abandoné por completo la oración mental sin pedirle permisoa mi confesor. Le dije que me parecía mejor recitar cada día el Salvede la Virgen que practicar la oración; no tenía tiempo para ambascosas. No veía yo que esto era una estratagema del enemigo paraalejarme de Dios, para enredarme en las trampas que habíapreparado para mí. Disponía de tiempo suficiente para ambas, puesno tenía otra ocupación que aquello que yo misma me imponía. Miconfesor fue blando con el tema. Al no ser un hombre de oración, diosu consentimiento en favor de mi propio perjuicio.Oh Dios mío, si se llegara a conocer el valor de la oración, lagran ventaja obtenida por el alma cuando conversa contigo, y de quéconsecuencia es para su salvación, todo el mundo se aplicaría a ello.Es una fortaleza en la que el enemigo no puede entrar. La puedeatacar, asediar, armar ruido tras sus murallas; pero mientraspermanecemos fieles y mantenemos nuestros puestos, no nos puededañar. Es igualmente un requisito instruir a los niños en que laoración es algo tan necesario como su salvación. ¡Ay!Desgraciadamente se cree que basta con decirles que hay un Cielo yun Infierno; que deben esforzarse en evitar el postrero y obtener elprimero; sin embargo no se les enseña el camino más fácil y corto dellegar a Él. El único camino que lleva al Cielo es la oración, unaoración del corazón de la que todo el mundo es capaz, y no losrazonamientos, que son los frutos del estudio; ni el ejercicio de laimaginación, que al llenar la mente de objetos errantes rara vez laasienta; y en vez de hacer entrar en calor al corazón, por medio delamor hacia Dios, lo dejan frío y lánguido. Dejad que el pobre venga,dejad que el ignorante y carnal vengan; dejad que los niños sin razóno conocimiento vengan, dejad que los corazones torpes y duros queno pueden retener nada vengan a la práctica de la oración, y ellosserán sabios.Y vosotros, grandes, sabios y ricos, ¿no tenéis un corazón capazde amar lo que os es en vuestro propio provecho y odiar lo que os esde destrucción? Amad al bien soberano, odiad todo mal, y seréisverdaderamente sabios. Cuándo amáis a alguien, ¿es porque conocéis29

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