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¡Oh, Palabra hecha carne cuyo sile
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profundidad en el espíritu interno
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El caso es el mismo en cuanto a las
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mortificación. En realidad, la rec
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XIIEl trato de mi marido y de mi su
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en todo el día. Se volvieron riend
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Mi marido y suegra, que hasta enton
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oído o leído de tal estado como e
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IIIEn aquel entonces recibí un des
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haberle dejado desobedeciste su lla
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lamento. “Oh, Padre mío - decía
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una persona lo suficientemente hone
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mi vida ha sido sólo una mezcla de
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Le dije a mi marido que tenía mal
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que había sido un cepo para mi org
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Tú eras el único, oh Dios mío, q
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Un día la muchacha me dijo que iba
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forma tal que se vio obligada a irs
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XVIINos fuimos a vivir a la campiñ
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Cuando quería escribir a la Madre
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gran agradecimiento a su madre. Usa
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XVIIIUnos ocho o nueve meses despu
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de ella había hecho; que mi infide
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XIXVolviendo a mi historia, la viru
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Un día me levanté de repente a la
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Al llegar a mi hogar me encontré c
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XXUna dama de alcurnia a la que alg
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Como los males de mi marido aumenta
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inquietado. Mi paz era tan profunda
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XXIPor aquel entonces caí en un es
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XXIISegún se iba acercando mi mari
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cabeza un descontento tal hacia mí
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contratar abogados que examinaran s
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XXIIISiendo ahora una viuda, mis cr
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Al tener mi mente en ese estado, te
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XXIVEl Señor se llevó de mí toda
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tal!Todas mis tribulaciones, junto
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XXVLa primera persona religiosa que
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todavía seguía siendo así, cuand
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éste nunca accedió a entrar en un
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XXVIUn día, cuando mi marido aún
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Dios cuanto pudiera, aunque temiese
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XXVIIEn aquel feliz día de Santa M
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atribuirle algo; pero si Tú me tom
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Estas disposiciones han perdurado,
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XXVIIIMe tuve que desplazar a Parí
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excepcionales requerían un excepci
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en Génova, y que habría de sacrif
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XXIXSi por un lado la Providencia a
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que yo creía que era Tuyo, y no m
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En realidad anhelaba contribuir a l
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Lo puse todo en regla, y firmé el