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El Conflicto de los Siglos por Elena de White

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

Capítulo 10: Progresos <strong>de</strong> la Reforma<br />

LA MISTERIOSA <strong>de</strong>saparición <strong>de</strong> Lutero <strong>de</strong>spertó consternación en toda Alemania, y <strong>por</strong> todas<br />

partes se oían averiguaciones acerca <strong>de</strong> su para<strong>de</strong>ro. Circulaban <strong>los</strong> rumores más <strong>de</strong>scabellados y muchos<br />

creían que había sido asesinado. Oíanse lamentos, no sólo entre sus partidarios <strong>de</strong>clarados, sino también<br />

entre millares <strong>de</strong> personas que aún no se habían <strong>de</strong>cidido abiertamente <strong>por</strong> la Reforma. Muchos se<br />

comprometían <strong>por</strong> juramento solemne a vengar su muerte. Los principales jefes <strong>de</strong>l romanismo vieron<br />

aterrorizados a qué grado había llegado la animosidad contra el<strong>los</strong>, y aunque al principio se habían<br />

regocijado <strong>por</strong> la supuesta muerte <strong>de</strong> Lutero, pronto <strong>de</strong>searon huir <strong>de</strong> la ira <strong>de</strong>l pueblo. Los enemigos <strong>de</strong>l<br />

reformador no se habían visto tan preocupados <strong>por</strong> <strong>los</strong> actos más atrevidos que cometiera mientras estaba<br />

entre el<strong>los</strong> como <strong>por</strong> su <strong>de</strong>saparición. Los que en su ira habían querido matar al arrojado reformador<br />

estaban dominados <strong>por</strong> el miedo ahora que él no era más que un cautivo in<strong>de</strong>fenso. "<strong>El</strong> único medio que<br />

nos queda para salvarnos —dijo uno— consiste en encen<strong>de</strong>r antorchas e ir a buscar a Lutero <strong>por</strong> toda la<br />

tierra, para <strong>de</strong>volverle a la nación que le reclama." — D'Aubigné, lib. 9, cap. 1. <strong>El</strong> edicto <strong>de</strong>l emperador<br />

parecía completamente ineficaz. Los legados <strong>de</strong>l papa se llenaron <strong>de</strong> indignación al ver que dicho edicto<br />

llamaba menos la atención que la suerte <strong>de</strong> Lutero.<br />

Las noticias <strong>de</strong> que él estaba en salvo, aunque prisionero, calmaron <strong>los</strong> temores <strong>de</strong>l pueblo y hasta<br />

acrecentaron el entusiasmo en su favor. Sus escritos se leían con mayor avi<strong>de</strong>z que nunca antes. Un<br />

número siempre creciente <strong>de</strong> a<strong>de</strong>ptos se unía a la causa <strong>de</strong>l hombre heroico que frente a <strong>de</strong>sventajas<br />

abrumadoras <strong>de</strong>fendía la Palabra <strong>de</strong> Dios. La Reforma iba cobrando constantemente fuerzas. La semilla<br />

que Lutero había sembrado brotaba en todas partes. Su ausencia realizó una obra que su presencia no<br />

habría realizado. Otros obreros sintieron nueva responsabilidad al serles quitado su jefe, y con nueva fe<br />

y ardor se a<strong>de</strong>lantaron a hacer cuanto pudiesen para que la obra tan noblemente comenzada no fuese<br />

estorbada. Satanás empero no estaba ocioso. Intentó lo que ya había intentado en otros movimientos <strong>de</strong><br />

reforma, es <strong>de</strong>cir engañar y perjudicar al pueblo dándole una falsificación en lugar <strong>de</strong> la obra verda<strong>de</strong>ra.<br />

Así como hubo falsos cristos en el primer siglo <strong>de</strong> la iglesia cristiana, así también se levantaron falsos<br />

profetas en el siglo XVI.<br />

Unos cuantos hombres afectados íntimamente <strong>por</strong> la agitación religiosa, se imaginaron haber<br />

recibido revelaciones especiales <strong>de</strong>l cielo, y se dieron <strong>por</strong> <strong>de</strong>signados divinamente para llevar a feliz<br />

término la obra <strong>de</strong> la Reforma, la cual, según el<strong>los</strong>, había sido débilmente iniciada <strong>por</strong> Lutero. En realidad,<br />

lo que hacían era <strong>de</strong>shacer la obra que el reformador había realizado. Rechazaban el gran principio que<br />

era la base misma <strong>de</strong> la Reforma, es a saber, que la Palabra <strong>de</strong> Dios es la regla perfecta <strong>de</strong> fe y práctica;<br />

y en lugar <strong>de</strong> tan infalible guía substituían la norma variable e insegura <strong>de</strong> sus propios sentimientos e<br />

impresiones. Y así, <strong>por</strong> haberse <strong>de</strong>spreciado al único medio seguro <strong>de</strong> <strong>de</strong>scubrir el engañoy la mentira<br />

se le abrió camino a Satanás para que a su antojo dominase <strong>los</strong> espíritus. Uno <strong>de</strong> estos profetas aseveraba<br />

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