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El Conflicto de los Siglos por Elena de White

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

alma. "Sentí —dice— calentarse mi corazón <strong>de</strong> un modo extraño." "Sentí entrar en mí la confianza en<br />

Cristo y en Cristo solo, para mi salvación; y fuéme dada plena seguridad <strong>de</strong> que había quitado mis<br />

pecados, sí, <strong>los</strong> míos, y <strong>de</strong> que me había librado a mí <strong>de</strong> la ley <strong>de</strong>l pecado y <strong>de</strong> la muerte. —Id., pág. 52.<br />

Durante largos años <strong>de</strong> arduo y enojoso trabajo, <strong>de</strong> rigurosa abnegación, <strong>de</strong> censuras y <strong>de</strong><br />

humillación, Wesley se había sostenido firme en su propósito <strong>de</strong> buscar a Dios. Al fin le encontró y<br />

comprobó que la gracia que se había empeñado en ganar <strong>por</strong> medio <strong>de</strong> oraciones y ayunos, <strong>de</strong> limosnas<br />

y sacrificios, era un don "sin dinero y sin precio." Una vez afirmado en la fe <strong>de</strong> Cristo, ardió su alma en<br />

<strong>de</strong>seos <strong>de</strong> esparcir <strong>por</strong> todas partes el conocimiento <strong>de</strong>l glorioso Evangelio <strong>de</strong> la libre gracia <strong>de</strong> Dios.<br />

"Consi<strong>de</strong>ro el mundo entero como mi parroquia —<strong>de</strong>cía él,— y don<strong>de</strong>quiera que esté, encuentro<br />

o<strong>por</strong>tuno, justo y <strong>de</strong> mi <strong>de</strong>ber <strong>de</strong>clarar a todos <strong>los</strong> que quieran oírlas, las alegres nuevas <strong>de</strong> la salvación."<br />

— Id., pág 74 Siguió llevando una vida <strong>de</strong> abnegación y rigor, ya no como base sino como resultado <strong>de</strong><br />

la fe; no como raíz sino como fruto <strong>de</strong> la santidad.<br />

La gracia <strong>de</strong> Dios en Cristo es el fundamento <strong>de</strong> la esperanza <strong>de</strong>l cristiano, y dicha gracia <strong>de</strong>be<br />

manifestarse en la obediencia. Wesley consagró su vida a predicar las gran<strong>de</strong>s verda<strong>de</strong>s que había<br />

recibido: la justificación <strong>por</strong> medio <strong>de</strong> la fe en la sangre expiatoria <strong>de</strong> Cristo, y el po<strong>de</strong>r regenerador <strong>de</strong>l<br />

Espíritu Santo en el corazón, que lleva fruto en una vida conforme al ejemplo <strong>de</strong> Cristo. <strong>White</strong>field y <strong>los</strong><br />

Wesley habían sido preparados para su obra <strong>por</strong> medio <strong>de</strong> un profundo sentimiento <strong>de</strong> su propia<br />

perdición; y para po<strong>de</strong>r sobrellevar duras pruebas como buenos soldados <strong>de</strong> Jesucristo, se habían visto<br />

sometidos a una larga serie <strong>de</strong> escarnios, burlas y persecución, tanto en la universidad, como al entrar en<br />

el ministerio. <strong>El</strong><strong>los</strong> y otros pocos que simpatizaban con el<strong>los</strong> fueron llamados <strong>de</strong>spectivamente<br />

"metodistas" <strong>por</strong> sus condiscípu<strong>los</strong> incrédu<strong>los</strong>, pero en la actualidad el apodo es consi<strong>de</strong>rado como<br />

honroso <strong>por</strong> una <strong>de</strong> las mayores <strong>de</strong>nominaciones <strong>de</strong> Inglaterra y América.<br />

Como miembros <strong>de</strong> la iglesia <strong>de</strong> Inglaterra estaban muy apegados a sus formas <strong>de</strong> culto, pero el<br />

Señor les había señalado en su Palabra un mo<strong>de</strong>lo más perfecto. <strong>El</strong> Espíritu Santo les constriñó a predicar<br />

a Cristo y a éste crucificado. <strong>El</strong> po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l Altísimo acompañó sus labores. Millares fueron convencidos<br />

y verda<strong>de</strong>ramente convertidos. Había que proteger <strong>de</strong> <strong>los</strong> lobos rapaces a estas ovejas. Wesley no había<br />

pensado formar una nueva <strong>de</strong>nominación, pero organizó a <strong>los</strong> convertidos en lo que se llamó en aquel<br />

entonces la Unión Metodista. Misteriosa y ruda fue la oposición que estos predicadores encontraron <strong>por</strong><br />

parte <strong>de</strong> la iglesia establecida; y sin embargo, Dios, en su sabiduría, or<strong>de</strong>nó las cosas <strong>de</strong> modo que la<br />

reforma se inició <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la misma iglesia. Si hubiera venido <strong>por</strong> completo <strong>de</strong> afuera, no habría podido<br />

penetrar don<strong>de</strong> tanto se necesitaba Pero como <strong>los</strong> predicadores <strong>de</strong>l reavivamiento eran eclesiásticos, y<br />

trabajaban <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong>l jirón <strong>de</strong> la iglesia don<strong>de</strong>quiera que encontraban o<strong>por</strong>tunidad para ello, la verdad<br />

entró don<strong>de</strong> las puertas hubieran <strong>de</strong> otro modo quedado cerradas. Algunos <strong>de</strong> <strong>los</strong> clérigos <strong>de</strong>spertaron<br />

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