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El Conflicto de los Siglos por Elena de White

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

trabajo tuvo <strong>por</strong> resultado un avivamiento <strong>de</strong> la obra <strong>de</strong>l Señor. Los pecadores se convertían, <strong>los</strong><br />

cristianos renovaban su consagración a Dios, y <strong>los</strong> <strong>de</strong>ístas e incrédu<strong>los</strong> eran inducidos a reconocer la<br />

verdad <strong>de</strong> la Biblia y <strong>de</strong> la religión cristiana. <strong>El</strong> testimonio <strong>de</strong> aquel<strong>los</strong> entre quienes trabajara fue:<br />

"Consigue ejercer una influencia en una clase <strong>de</strong> espíritus a la que no afecta la influencia <strong>de</strong> otros<br />

hombres." —Id., pág. 138. Su predicación era para <strong>de</strong>spertar interés en <strong>los</strong> gran<strong>de</strong>s asuntos <strong>de</strong> la religión<br />

y contrarrestar la mundanalidad y sensualidad crecientes <strong>de</strong> la época.<br />

En casi todas las ciuda<strong>de</strong>s se convertían <strong>los</strong> oyentes <strong>por</strong> docenas y hasta <strong>por</strong> centenares. En muchas<br />

poblaciones se le abrían <strong>de</strong> par en par las iglesias protestantes <strong>de</strong> casi todas las <strong>de</strong>nominaciones, y las<br />

invitaciones para trabajar en ellas le llegaban generalmente <strong>de</strong> <strong>los</strong> mismos ministros <strong>de</strong> diversas<br />

congregaciones. Tenía <strong>por</strong> regla invariable no trabajar don<strong>de</strong> no hubiese sido invitado. Sin embargo<br />

pronto vio que no le era posible aten<strong>de</strong>r siquiera la mitad <strong>de</strong> <strong>los</strong> llamamientos que se le dirigían. Muchos<br />

que no aceptaban su modo <strong>de</strong> ver en cuanto a la fecha exacta <strong>de</strong>l segundo advenimiento, estaban<br />

convencidos <strong>de</strong> la seguridad y proximidad <strong>de</strong> la venida <strong>de</strong> Cristo y <strong>de</strong> que necesitaban prepararse para<br />

ella. En algunas <strong>de</strong> las gran<strong>de</strong>s ciuda<strong>de</strong>s, sus labores hicieron extraordinaria impresión. Hubo taberneros<br />

que abandonaron su tráfico y convirtieron sus establecimientos en salas <strong>de</strong> culto; <strong>los</strong> garitos eran<br />

abandonados; incrédu<strong>los</strong>, <strong>de</strong>ístas, universalistas y hasta libertinos <strong>de</strong> <strong>los</strong> más perdidos —algunos <strong>de</strong> <strong>los</strong><br />

cuales no habían entrado en ningún lugar <strong>de</strong> culto <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hacía años— se convertían. Las diversas<br />

<strong>de</strong>nominaciones establecían reuniones <strong>de</strong> oración en diferentes barrios y a casi cualquier hora <strong>de</strong>l día <strong>los</strong><br />

hombres <strong>de</strong> negocios se reunían para orar y cantar alabanzas. No se notaba excitación extravagante, sino<br />

que un sentimiento <strong>de</strong> solemnidad dominaba a casi todos. La obra <strong>de</strong> Miller, como la <strong>de</strong> <strong>los</strong> primeros<br />

reformadores, tendía más a convencer el entendimiento y a <strong>de</strong>spertar la conciencia que a excitar las<br />

emociones. En 1833 Miller recibió <strong>de</strong> la iglesia bautista, <strong>de</strong> la cual era miembro, una licencia que le<br />

autorizaba para predicar. A<strong>de</strong>más, buen número <strong>de</strong> <strong>los</strong> ministros <strong>de</strong> su <strong>de</strong>nominación aprobaban su obra,<br />

y le dieron su sanción formal mientras proseguía sus trabajos.<br />

Viajaba y predicaba sin <strong>de</strong>scanso, si bien sus labores personales se limitaban principalmente a <strong>los</strong><br />

estados <strong>de</strong>l este y <strong>de</strong>l centro <strong>de</strong> <strong>los</strong> Estados Unidos. Durante varios años sufragó él mismo todos sus<br />

gastos <strong>de</strong> su bolsillo y ni aun más tar<strong>de</strong> se le costearon nunca <strong>por</strong> completo <strong>los</strong> gastos <strong>de</strong> viaje a <strong>los</strong><br />

puntos adon<strong>de</strong> se le llamaba. De modo que, lejos <strong>de</strong> re<strong>por</strong>tarle provecho pecuniario, sus labores públicas<br />

constituían un pesado gravamen para su fortuna particular que fue menguando durante este período <strong>de</strong><br />

su vida. Era padre <strong>de</strong> numerosa familia, pero como todos <strong>los</strong> miembros <strong>de</strong> ella eran frugales y diligentes,<br />

su finca rural bastaba para el sustento <strong>de</strong> todos el<strong>los</strong>.<br />

En 1833, dos años <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haber principiado Miller a presentar en público las pruebas <strong>de</strong> la<br />

próxima venida <strong>de</strong> Cristo, apareció la última <strong>de</strong> las señales que habían sido anunciadas <strong>por</strong> el Salvador<br />

como precursoras <strong>de</strong> su segundo advenimiento. Jesús había dicho: "Las estrellas caerán <strong>de</strong>l cielo." (S.<br />

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