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El Conflicto de los Siglos por Elena de White

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

Satanás había acusado a Jacob ante <strong>los</strong> ángeles <strong>de</strong> Dios y pretendía tener <strong>de</strong>recho a <strong>de</strong>struirle <strong>por</strong><br />

causa <strong>de</strong> su pecado; había inducido a Esaú a que marchase contra él, y durante la larga noche <strong>de</strong> lucha<br />

<strong>de</strong>l patriarca, Satanás procuró embargarle con el sentimiento <strong>de</strong> su culpabilidad para <strong>de</strong>sanimarlo y<br />

apartarlo <strong>de</strong> Dios. Jacob fue casi empujado a la <strong>de</strong>sesperación; pero sabía que sin la ayuda <strong>de</strong> Dios<br />

perecería. Se había arrepentido sinceramente <strong>de</strong> su gran pecado, y apelaba a la misericordia <strong>de</strong> Dios. No<br />

se <strong>de</strong>jó <strong>de</strong>sviar <strong>de</strong> su propósito, sino que se adhirió firmemente al ángel e hizo su petición con ardientes<br />

clamores <strong>de</strong> agonía, hasta que prevaleció. Así como Satanás influyó en Esaú para que marchase contra<br />

Jacob, así también instigará a <strong>los</strong> ma<strong>los</strong> para que <strong>de</strong>struyan al pueblo <strong>de</strong> Dios en el tiempo <strong>de</strong> angustia.<br />

Como acusó a Jacob, acusará también al pueblo <strong>de</strong> Dios. Cuenta a las multitu<strong>de</strong>s <strong>de</strong>l mundo entre sus<br />

súbditos, pero la pequeña compañía <strong>de</strong> <strong>los</strong> que guardan <strong>los</strong> mandamientos <strong>de</strong> Dios resiste a su pretensión<br />

a la supremacía. Si pudiese hacer<strong>los</strong> <strong>de</strong>saparecer <strong>de</strong> la tierra, su triunfo sería completo. Ve que <strong>los</strong><br />

ángeles protegen a <strong>los</strong> que guardan <strong>los</strong> mandamientos e infiere que sus pecados les han sido perdonados;<br />

pero no sabe que la suerte <strong>de</strong> cada uno <strong>de</strong> el<strong>los</strong> ha sido resuelta en el santuario celestial. Tiene<br />

conocimiento exacto <strong>de</strong> <strong>los</strong> pecados que les ha hecho cometer y <strong>los</strong> presenta ante Dios con la mayor<br />

exageración y asegurando que esa gente es tan merecedora como él mismo <strong>de</strong> ser excluída <strong>de</strong>l favor <strong>de</strong><br />

Dios. Declara que en justicia el Señor no pue<strong>de</strong> perdonar <strong>los</strong> pecados <strong>de</strong> el<strong>los</strong> y <strong>de</strong>struirle al mismo<br />

tiempo a él y a sus ángeles. Los reclama como presa suya y pi<strong>de</strong> que le sean entregados para <strong>de</strong>struir<strong>los</strong>.<br />

Mientras Satanás acusa al pueblo <strong>de</strong> Dios haciendo hincapié en sus pecados, el Señor le permite<br />

probar<strong>los</strong> hasta el extremo. La confianza <strong>de</strong> el<strong>los</strong> en Dios, su fe y su firmeza serán rigurosamente<br />

probadas. <strong>El</strong> recuerdo <strong>de</strong> su pasado hará <strong>de</strong>caer sus esperanzas; pues es poco el bien que pue<strong>de</strong>n ver en<br />

toda su vida. Reconocen plenamente su <strong>de</strong>bilidad e indignidad. Satanás trata <strong>de</strong> aterrorizar<strong>los</strong> con la i<strong>de</strong>a<br />

<strong>de</strong> que su caso es <strong>de</strong>sesperado, <strong>de</strong> que las manchas <strong>de</strong> su impureza no serán jamás lavadas. Espera así<br />

aniquilar su fe, hacerles ce<strong>de</strong>r a sus tentaciones y alejar<strong>los</strong> <strong>de</strong> Dios.<br />

Aun cuando <strong>los</strong> hijos <strong>de</strong> Dios se ven ro<strong>de</strong>ados <strong>de</strong> enemigos que tratan <strong>de</strong> <strong>de</strong>struir<strong>los</strong>, la angustia<br />

que sufren no proce<strong>de</strong> <strong>de</strong>l temor <strong>de</strong> ser perseguidos a causa <strong>de</strong> la verdad; lo que temen es no haberse<br />

arrepentido <strong>de</strong> cada pecado y que <strong>de</strong>bido a alguna falta <strong>por</strong> el<strong>los</strong> cometida no puedan ver realizada en<br />

el<strong>los</strong> la promesa <strong>de</strong>l Salvador: "Yo también te guardaré <strong>de</strong> la hora <strong>de</strong> prueba que ha <strong>de</strong> venir sobre todo<br />

el mundo." (Apocalipsis 3: 10, V.M.)<br />

Si pudiesen tener la seguridad <strong>de</strong>l perdón, no retroce<strong>de</strong>rían ante las torturas ni la muerte; pero si<br />

fuesen reconocidos indignos <strong>de</strong> perdón y hubiesen <strong>de</strong> per<strong>de</strong>r la vida a causa <strong>de</strong> sus propios <strong>de</strong>fectos <strong>de</strong><br />

carácter, entonces el santo nombre <strong>de</strong> Dios sería vituperado. De todos lados oyen hablar <strong>de</strong><br />

conspiraciones y traiciones y observan la actividad amenazante <strong>de</strong> la rebelión. Eso hace nacer en el<strong>los</strong><br />

un <strong>de</strong>seo intensísimo <strong>de</strong> ver acabarse la apostasía y <strong>de</strong> que la maldad <strong>de</strong> <strong>los</strong> impíos llegue a su fin. Pero<br />

mientras pi<strong>de</strong>n a Dios que <strong>de</strong>tenga el progreso <strong>de</strong> la rebelión, se reprochan a sí mismos con gran<br />

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