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El Conflicto de los Siglos por Elena de White

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

enseñanzas <strong>de</strong> <strong>los</strong> filósofos paganos habían recibido atención y ejercido influencia <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la iglesia.<br />

Muchos <strong>de</strong> <strong>los</strong> que profesaban ser convertidos se aferraban aún a <strong>los</strong> dogmas <strong>de</strong> su fi<strong>los</strong>ofía pagana, y<br />

no sólo seguían estudiándo<strong>los</strong> el<strong>los</strong> mismos sino que inducían a otros a que <strong>los</strong> estudiaran también a fin<br />

<strong>de</strong> exten<strong>de</strong>r su influencia entre <strong>los</strong> paganos. Así se introdujeron graves errores en la fe cristiana. Uno <strong>de</strong><br />

<strong>los</strong> principales fue la creencia en la inmortalidad natural <strong>de</strong>l hombre y en su estado consciente <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> la muerte. Esta doctrina fue la base sobre la cual Roma estableció la invocación <strong>de</strong> <strong>los</strong> santos y la<br />

adoración <strong>de</strong> la virgen María. De la misma doctrina se <strong>de</strong>rivó también la herejía <strong>de</strong>l tormento eterno para<br />

<strong>los</strong> que mueren impenitentes, que muy pronto figuró en el credo papal.<br />

De este modo se preparó el camino para la introducción <strong>de</strong> otra invención <strong>de</strong>l paganismo, a la que<br />

Roma llamó purgatorio, y <strong>de</strong> la que se valió para aterrorizar a las muchedumbres crédulas y<br />

supersticiosas. Con esta herejía Roma afirma la existencia <strong>de</strong> un lugar <strong>de</strong> tormento, en el que las almas<br />

<strong>de</strong> <strong>los</strong> que no han merecido eterna con<strong>de</strong>nación han <strong>de</strong> ser castigadas <strong>por</strong> sus pecados, y <strong>de</strong> don<strong>de</strong>, una<br />

vez limpiadas <strong>de</strong> impureza, son admitidas en el cielo. (Véase el Apéndice.) Una impostura más<br />

necesitaba Roma para aprovecharse <strong>de</strong> <strong>los</strong> temores y <strong>de</strong> <strong>los</strong> vicios <strong>de</strong> sus adherentes. Fue ésta la doctrina<br />

<strong>de</strong> las indulgencias. A todos <strong>los</strong> que se alistasen en las guerras que emprendía el pontífice para exten<strong>de</strong>r<br />

su dominio tem<strong>por</strong>al, castigar a sus enemigos o exterminar a <strong>los</strong> que se atreviesen a negar su supremacía<br />

espiritual, se concedía plena remisión <strong>de</strong> <strong>los</strong> pecados pasados, presentes y futuros, y la condonación <strong>de</strong><br />

todas las penas y castigos merecidos. Se enseñó también al pueblo que <strong>por</strong> medio <strong>de</strong> pagos hechos a la<br />

iglesia podía librarse uno <strong>de</strong>l pecado y librar también a las almas <strong>de</strong> sus amigos difuntos entregadas a<br />

las llamas <strong>de</strong>l purgatorio. Por estos medios llenaba Roma sus arcas y sustentaba la magnificencia, el lujo<br />

y <strong>los</strong> vicios <strong>de</strong> <strong>los</strong> que pretendían ser representantes <strong>de</strong> Aquel que no tuvo don<strong>de</strong> recostar la cabeza.<br />

(Véase el Apéndice.)<br />

La institución bíblica <strong>de</strong> la Cena <strong>de</strong>l Señor fue substituida <strong>por</strong> el sacrificio idolátrico <strong>de</strong> la misa.<br />

Los sacerdotes papales aseveraban que con sus palabras podían convertir el pan y el vino en "el cuerpo<br />

y sangre verda<strong>de</strong>ros <strong>de</strong> Cristo." (Car<strong>de</strong>nal Wiseman, The Real Presence, Confer. 8, sec. 3, párr. 26.) Con<br />

blasfema presunción se arrogaban el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> crear a Dios, Creador <strong>de</strong> todo. Se les obligaba a <strong>los</strong><br />

cristianos, so pena <strong>de</strong> muerte, a confesar su fe en esta horrible herejía que afrentaba al cielo. Muchísimos<br />

que se negaron a ello fueron entregados a las llamas. (Véase el Apéndice.) En el siglo XIII se estableció<br />

la más terrible <strong>de</strong> las maquinaciones <strong>de</strong>l papado: la Inquisición. <strong>El</strong> príncipe <strong>de</strong> las tinieblas obró <strong>de</strong><br />

acuerdo con <strong>los</strong> jefes <strong>de</strong> la jerarquía papal. En sus concilios secretos, Satanás y sus ángeles gobernaron<br />

<strong>los</strong> espíritus <strong>de</strong> <strong>los</strong> hombres perversos, mientras que invisible acampaba entre el<strong>los</strong> un ángel <strong>de</strong> Dios que<br />

llevaba apunte <strong>de</strong> sus malvados <strong>de</strong>cretos y escribía la historia <strong>de</strong> hechos <strong>por</strong> <strong>de</strong>más horrorosos para ser<br />

presentados a la vista <strong>de</strong> <strong>los</strong> hombres.<br />

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