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El Conflicto de los Siglos por Elena de White

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

<strong>de</strong>l buque y trabajando duramente con <strong>los</strong> remos, el clero católico romano experimentaba <strong>los</strong> tormentos<br />

que antes con tanta prodigalidad infligiera su iglesia a <strong>los</strong> mansos herejes. (Véase el Apéndice.)<br />

Llegó entonces el día en que el código más bárbaro que jamás se haya conocido fue puesto en<br />

vigor <strong>por</strong> el tribunal más bárbaro que se hubiera visto hasta entonces; día aquél en que nadie podía<br />

saludar a sus vecinos, ni a nadie se le permitía que hiciese oración . . . so pena <strong>de</strong> incurrir en el peligro<br />

<strong>de</strong> cometer un crimen digno <strong>de</strong> muerte; en que <strong>los</strong> espías acechaban en cada esquina; en que la guillotina<br />

no cesaba en su tarea día tras día; en que las cárceles estaban tan llenas <strong>de</strong> presos que más parecían<br />

galeras <strong>de</strong> esclavos; y en que las acequias corrían al Sena llevando en sus raudales la sangre <strong>de</strong> las<br />

víctimas.... Mientras que en París se llevaban cada día al suplicio carros repletos <strong>de</strong> sentenciados a<br />

muerte, <strong>los</strong> procónsules que eran enviados <strong>por</strong> el comité supremo a <strong>los</strong> <strong>de</strong>partamentos <strong>de</strong>splegaban tan<br />

espantosa crueldad que ni aun en la misma capital se veía cosa semejante. La cuchilla <strong>de</strong> la máquina<br />

infernal no daba abasto a la tarea <strong>de</strong> matar gente. Largas filas <strong>de</strong> cautivos sucumbían bajo <strong>de</strong>scargas<br />

graneadas <strong>de</strong> fusilería. Se abrían intencionalmente boquetes en las barcazas sobrecargadas <strong>de</strong> cautivos.<br />

Lyon se había convertido en <strong>de</strong>sierto. En Arrás ni aun se concedía a <strong>los</strong> presos la cruel misericordia <strong>de</strong><br />

una muerte rápida. Por toda la ribera <strong>de</strong>l Loira, río abajo <strong>de</strong>s<strong>de</strong> Saumur al mar, se veían gran<strong>de</strong>s bandadas<br />

<strong>de</strong> cuervos y milanos que <strong>de</strong>voraban <strong>los</strong> cadáveres <strong>de</strong>snudos que yacían unidos en abrazos horrendos y<br />

repugnantes. No se hacía cuartel ni a sexo ni a edad. <strong>El</strong> número <strong>de</strong> muchachos y doncellas menores <strong>de</strong><br />

diecisiete años que fueron asesinados <strong>por</strong> or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> aquel execrable gobierno se cuenta <strong>por</strong> centenares.<br />

Pequeñue<strong>los</strong> arrebatados <strong>de</strong>l regazo <strong>de</strong> sus madres eran ensartados <strong>de</strong> pica en pica entre las filas<br />

jacobinas. (Véase el Apéndice.) En apenas diez años perecieron multitu<strong>de</strong>s <strong>de</strong> seres humanos.<br />

Todo esto era <strong>de</strong>l agrado <strong>de</strong> Satanás. Con este fin había estado trabajando <strong>de</strong>s<strong>de</strong> hacía muchos<br />

sig<strong>los</strong>. Su política es el engaño <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio hasta el fin, y su firme intento es acarrear a <strong>los</strong> hombres<br />

dolor y miseria, <strong>de</strong>sfigurar y corromper la obra <strong>de</strong> Dios, estorbar sus planes divinos <strong>de</strong> benevolencia y<br />

amor, y <strong>de</strong> esta manera contristar al cielo. Confun<strong>de</strong> con sus artimañas las mentes <strong>de</strong> <strong>los</strong> hombres y hace<br />

que éstos achaquen a Dios la obra diabólica, como si toda esta miseria fuera resultado <strong>de</strong> <strong>los</strong> planes <strong>de</strong>l<br />

Creador. Asimismo, cuando <strong>los</strong> que han sido <strong>de</strong>gradados y embrutecidos <strong>por</strong> su cruel dominio alcanzan<br />

su libertad, <strong>los</strong> impulsa al crimen, a <strong>los</strong> excesos y a las atrocida<strong>de</strong>s. Y luego <strong>los</strong> tiranos y <strong>los</strong> opresores<br />

se valen <strong>de</strong> semejantes cuadros <strong>de</strong>l libertinaje para ilustrar las consecuencias <strong>de</strong> la libertad. Cuando un<br />

disfraz <strong>de</strong>l error ha sido <strong>de</strong>scubierto, Satanás le da otro, y la gente lo saluda con el mismo entusiasmo<br />

con que acogió el anterior.<br />

Cuando el pueblo <strong>de</strong>scubrió que el romanismo era un engaño, y él, Satanás, ya no podía conseguir<br />

<strong>por</strong> ese medio que se violase la ley <strong>de</strong> Dios, optó entonces <strong>por</strong> hacerle creer que todas las religiones eran<br />

engañosas y la Biblia una fábula; y arrojando lejos <strong>de</strong> sí <strong>los</strong> estatutos divinos se entregó a una iniquidad<br />

<strong>de</strong>senfrenada. <strong>El</strong> error fatal que ocasionó tantos males a <strong>los</strong> habitantes <strong>de</strong> Francia fue el <strong>de</strong>sconocimiento<br />

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