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El Conflicto de los Siglos por Elena de White

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

<strong>de</strong> la observancia <strong>de</strong>l domingo <strong>por</strong> parte <strong>de</strong> las iglesias protestantes es una imposición <strong>de</strong> que se adore<br />

al papado, o sea la bestia. Los que, comprendiendo las exigencias <strong>de</strong>l cuarto mandamiento, prefieren<br />

observar el falso día <strong>de</strong> reposo en lugar <strong>de</strong>l verda<strong>de</strong>ro, rin<strong>de</strong>n así homenaje a aquel po<strong>de</strong>r, el único que<br />

or<strong>de</strong>nó su observancia. Pero <strong>por</strong> el mismo hecho <strong>de</strong> imponer un <strong>de</strong>ber religioso con ayuda <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r<br />

secular, las mismas iglesias estarían elevando una imagen a la bestia; <strong>de</strong> aquí que la imposición <strong>de</strong> la<br />

observancia <strong>de</strong>l domingo en <strong>los</strong> Estados Unidos equivaldría a imponer la adoración <strong>de</strong> la bestia y <strong>de</strong> su<br />

imagen.<br />

Pero <strong>los</strong> cristianos <strong>de</strong> las generaciones pasadas observaron el domingo creyendo guardar así el día<br />

<strong>de</strong> <strong>de</strong>scanso bíblico; y ahora hay verda<strong>de</strong>ros cristianos en todas las iglesias, sin exceptuar la católica<br />

romana, que creen honradamente que el domingo es el día <strong>de</strong> reposo divinamente instituído. Dios acepta<br />

su sinceridad <strong>de</strong> propósito y su integridad. Pero cuando la observancia <strong>de</strong>l domingo sea impuesta <strong>por</strong> la<br />

ley, y que el mundo sea ilustrado respecto a la obligación <strong>de</strong>l verda<strong>de</strong>ro día <strong>de</strong> <strong>de</strong>scanso, entonces el que<br />

transgrediere el mandamiento <strong>de</strong> Dios para obe<strong>de</strong>cer un precepto que no tiene mayor autoridad que la<br />

<strong>de</strong> Roma, honrará con ello al papado <strong>por</strong> encima <strong>de</strong> Dios: rendirá homenaje a Roma y al po<strong>de</strong>r que<br />

impone la institución establecida <strong>por</strong> Roma: adorará la bestia y su imagen. Cuando <strong>los</strong> hombres rechacen<br />

entonces la institución que Dios <strong>de</strong>claró ser el signo <strong>de</strong> su autoridad, y honren en su lugar lo que Roma<br />

escogió como signo <strong>de</strong> su supremacía, el<strong>los</strong> aceptarán <strong>de</strong> hecho el signo <strong>de</strong> la sumisión a Roma, "la<br />

marca <strong>de</strong> la bestia." Y sólo cuando la cuestión haya sido expuesta así a las claras ante <strong>los</strong> hombres, y<br />

el<strong>los</strong> hayan sido llamados a escoger entre <strong>los</strong> mandamientos <strong>de</strong> Dios y <strong>los</strong> mandamientos <strong>de</strong> <strong>los</strong> hombres,<br />

será cuando <strong>los</strong> que perseveren en la transgresión recibirán "la marca <strong>de</strong> la bestia."<br />

La más terrible amenaza que haya sido jamás dirigida a <strong>los</strong> mortales se encuentra contenida en el<br />

mensaje <strong>de</strong>l tercer ángel. Debe ser un pecado horrendo el que atrae la ira <strong>de</strong> Dios sin mezcla <strong>de</strong><br />

misericordia. Los hombres no <strong>de</strong>ben ser <strong>de</strong>jados en la ignorancia tocante a esta im<strong>por</strong>tante cuestión; la<br />

amonestación contra este pecado <strong>de</strong>be ser dada al mundo antes que <strong>los</strong> juicios <strong>de</strong> Dios caigan sobre él,<br />

para que todos sepan <strong>por</strong> qué <strong>de</strong>ben consumarse, y para que tengan o<strong>por</strong>tunidad para librarse <strong>de</strong> el<strong>los</strong>.<br />

La profecía <strong>de</strong>clara que el primer ángel hará su proclamación "a cada nación, y tribu, y lengua, y pueblo."<br />

<strong>El</strong> aviso <strong>de</strong>l tercer ángel, que forma parte <strong>de</strong> ese triple mensaje, no tendrá menos alcance. La profecía<br />

dice <strong>de</strong> él que será proclamado en alta voz <strong>por</strong> un ángel que vuele <strong>por</strong> medio <strong>de</strong>l cielo; y llamará la<br />

atención <strong>de</strong>l mundo.<br />

Al final <strong>de</strong> la lucha, toda la cristiandad quedará dividida en dos gran<strong>de</strong>s categorías: la <strong>de</strong> <strong>los</strong> que<br />

guardan <strong>los</strong> mandamientos <strong>de</strong> Dios y la fe <strong>de</strong> Jesús, y la <strong>de</strong> <strong>los</strong> que adoran la bestia y su imagen y reciben<br />

su marca. Si bien la iglesia y el estado se unirán para obligar a todos, pequeños y gran<strong>de</strong>s, así ricos como<br />

pobres, así libres como esclavos," a que tengan "la marca <strong>de</strong> la bestia" (Apocalipsis 13: 16, V.M.), el<br />

pueblo <strong>de</strong> Dios no la tendrá. <strong>El</strong> profeta <strong>de</strong> Patmos vio que "<strong>los</strong> que habían salido victoriosos <strong>de</strong> la prueba<br />

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