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El Conflicto de los Siglos por Elena de White

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

"Babilonia la gran<strong>de</strong>" fue "embriagada <strong>de</strong> la sangre <strong>de</strong> <strong>los</strong> santos." Los cuerpos mutilados <strong>de</strong><br />

millones <strong>de</strong> mártires clamaban a Dios venganza contra aquel po<strong>de</strong>r apóstata. <strong>El</strong> papado había llegado a<br />

ejercer su <strong>de</strong>spotismo sobre el mundo. Reyes y emperadores acataban <strong>los</strong> <strong>de</strong>cretos <strong>de</strong>l pontífice romano.<br />

<strong>El</strong> <strong>de</strong>stino <strong>de</strong> <strong>los</strong> hombres, en este tiempo y para la eternidad, parecía <strong>de</strong>pen<strong>de</strong>r <strong>de</strong> su albedrío. Por<br />

centenares <strong>de</strong> años las doctrinas <strong>de</strong> Roma habían sido extensa e implícitamente recibidas, sus ritos<br />

cumplidos con reverencia y observadas sus fiestas <strong>por</strong> la generalidad. Su clero era colmado <strong>de</strong> honores<br />

y sostenido con liberalidad. Nunca <strong>de</strong>s<strong>de</strong> entonces ha alcanzado Roma tan gran<strong>de</strong> dignidad,<br />

magnificencia, ni po<strong>de</strong>r.<br />

Mas "el apogeo <strong>de</strong>l papado fue la medianoche <strong>de</strong>l mundo." (Wylie, The History of Protestantism,<br />

libro 1, cap. 4.) Las Sagradas Escrituras eran casi <strong>de</strong>sconocidas no sólo <strong>de</strong> las gentes sino <strong>de</strong> <strong>los</strong> mismo<br />

sacerdotes. A semejanza <strong>de</strong> <strong>los</strong> antiguos fariseos, <strong>los</strong> caudil<strong>los</strong> papales aborrecían la luz que habría<br />

revelado sus pecados. Rechazada la ley <strong>de</strong> Dios, mo<strong>de</strong>lo <strong>de</strong> justicia, ejercieron po<strong>de</strong>río sin límites y<br />

practicaron <strong>de</strong>senfrenadamente <strong>los</strong> vicios. Prevalecieron el frau<strong>de</strong>, la avaricia y el libertinaje. Los<br />

hombres no retrocedieron ante ningún crimen que pudiese darles riquezas o posición. Los palacios <strong>de</strong><br />

<strong>los</strong> papas y <strong>de</strong> <strong>los</strong> prelados eran teatro <strong>de</strong> <strong>los</strong> más viles excesos. Algunos <strong>de</strong> <strong>los</strong> pontífices reinantes se<br />

hicieron reos <strong>de</strong> crímenes tan horrorosos que <strong>los</strong> gobernantes civiles tuvieron que procurar <strong>de</strong>poner a<br />

dichos dignatarios <strong>de</strong> la iglesia como monstruos <strong>de</strong>masiado viles para ser tolerados. Durante sig<strong>los</strong><br />

Europa no progresó en las ciencias, ni en las artes, ni en la civilización. La cristiandad quedó moral e<br />

intelectualmente paralizada.<br />

La condición en que el mundo se encontraba bajo el po<strong>de</strong>r romano resultaba ser el cumplimiento<br />

espantoso e impresionante <strong>de</strong> las palabras <strong>de</strong>l profeta Oseas: "Mi pueblo está <strong>de</strong>struido <strong>por</strong> falta <strong>de</strong><br />

conocimiento. Por cuanto tú has rechazado con <strong>de</strong>sprecio el conocimiento <strong>de</strong> Dios, yo también te<br />

rechazaré; . . . puesto que te has olvidado <strong>de</strong> la ley <strong>de</strong> tu Dios, me olvidaré yo también <strong>de</strong> tus hijos." "No<br />

hay verdad, y no hay misericordia, y no hay conocimiento <strong>de</strong> Dios en la tierra. ¡No hay más que perjurio,<br />

y mala fe, y homicidio, y hurto y adulterio! ¡rompen <strong>por</strong> todo; y un charco <strong>de</strong> sangre toca a otro!" (Oseas<br />

4: 6, 1, 2, V.M.) Tales fueron <strong>los</strong> resultados <strong>de</strong> haber <strong>de</strong>sterrado la Palabra <strong>de</strong> Dios.<br />

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