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El Conflicto de los Siglos por Elena de White

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

pistola escondida <strong>de</strong>bajo <strong>de</strong> su manto y le preguntó <strong>por</strong> qué iba solo. Estoy en manos <strong>de</strong> Dios —contestó<br />

Lutero;— él es mi fuerza y mi amparo. ¿Qué pue<strong>de</strong> hacerme el hombre mortal?'—Id., lib. 6, cap. 2. Al<br />

oír estas palabras el hombre se <strong>de</strong>mudó y huyó como si se hubiera hallado en presencia <strong>de</strong> <strong>los</strong> ángeles<br />

<strong>de</strong>l cielo.<br />

Roma estaba resuelta a aniquilar a Lutero, pero Dios era su <strong>de</strong>fensa. Sus doctrinas se oían <strong>por</strong><br />

doquiera, "en las cabañas, en <strong>los</strong> conventos, . . . en <strong>los</strong> palacios <strong>de</strong> <strong>los</strong> nobles, en las aca<strong>de</strong>mias, y en la<br />

corte <strong>de</strong> <strong>los</strong> reyes;" y aun hubo hidalgos que se levantaron <strong>por</strong> todas partes para sostener <strong>los</strong> esfuerzos<br />

<strong>de</strong>l reformador. —Ibid.<br />

Por aquel tiempo fue cuando Lutero, al leer las obras <strong>de</strong> Hus, <strong>de</strong>scubrió que la gran verdad <strong>de</strong> la<br />

justificación <strong>por</strong> la fe, que él mismo enseñaba y sostenía, había sido expuesta <strong>por</strong> el reformador bohemio.<br />

"¡Todos hemos sido husitas —dijo Lutero,— aunque sin saberlo; Pablo, Agustín y yo mismo!" Y añadía:<br />

"¡Dios pedirá cuentas al mundo, <strong>por</strong>que la verdad fue predicada hace ya un siglo, y la quemaron!" —<br />

Wylie, lib. 6, cap. I. En un llamamiento que dirigió Lutero al emperador y a la nobleza <strong>de</strong> Alemania en<br />

pro <strong>de</strong> la reforma <strong>de</strong>l cristianismo, <strong>de</strong>cía refiriéndose al papa: "Es una cosa horrible contemplar al que<br />

se titula vicario <strong>de</strong> Jesucristo ostentando una magnificencia superior a la <strong>de</strong> <strong>los</strong> emperadores. ¿Es esto<br />

parecerse al pobre Jesús o al humil<strong>de</strong> San Pedro? ¡<strong>El</strong> es, dicen, el señor <strong>de</strong>l mundo! Mas Cristo, <strong>de</strong>l cual<br />

se jacta ser el vicario, dijo: 'Mi reino no es <strong>de</strong> este mundo.' <strong>El</strong> reino <strong>de</strong> un vicario ¿se exten<strong>de</strong>ría más allá<br />

que el <strong>de</strong> su Señor?" —D'Aubigné, lib. 6, cap. 3. Hablando <strong>de</strong> las universida<strong>de</strong>s, <strong>de</strong>cía: "Temo mucho<br />

que las universida<strong>de</strong>s sean unas anchas puertas <strong>de</strong>l infierno, si no se aplican cuidadosamente a explicar<br />

la Escritura Santa y grabarla en el corazón <strong>de</strong> la juventud. Yo no aconsejaré a nadie que coloque a su<br />

hijo don<strong>de</strong> no reine la Escritura Santa. Todo instituto don<strong>de</strong> <strong>los</strong> hombres no están constantemente<br />

ocupados con la Palabra <strong>de</strong> Dios se corromperá." —Ibid.<br />

Este llamamiento circuló con rapi<strong>de</strong>z <strong>por</strong> toda Alemania e influyó po<strong>de</strong>rosamente en el ánimo <strong>de</strong>l<br />

pueblo. La nación entera se sentía conmovida y muchos se apresuraban a alistarse bajo el estandarte <strong>de</strong><br />

la Reforma. Los opositores <strong>de</strong> Lutero que se consumían en <strong>de</strong>seos <strong>de</strong> venganza, exigían que el papa<br />

tomara medidas <strong>de</strong>cisivas contra él. Se <strong>de</strong>cretó que sus doctrinas fueran con<strong>de</strong>nadas inmediatamente. Se<br />

concedió un plazo <strong>de</strong> sesenta días al reformador y a sus correligionarios, al cabo <strong>de</strong> <strong>los</strong> cuales, si no se<br />

retractaban, serían todos excomulgados. Fue un tiempo <strong>de</strong> crisis terrible para la Reforma. Durante sig<strong>los</strong><br />

la sentencia <strong>de</strong> excomunión pronunciada <strong>por</strong> Roma había sumido en el terror a <strong>los</strong> monarcas más<br />

po<strong>de</strong>rosos, y había llenado <strong>los</strong> más soberbios imperios con <strong>de</strong>sgracias y <strong>de</strong>solaciones. Aquel<strong>los</strong> sobre<br />

quienes caía la con<strong>de</strong>nación eran mirados con espanto y horror; quedaban incomunicados <strong>de</strong> sus<br />

semejantes y se les trataba como a bandidos a quienes se <strong>de</strong>bía perseguir hasta exterminar<strong>los</strong>. Lutero no<br />

ignoraba la tempestad que estaba a punto <strong>de</strong> <strong>de</strong>senca<strong>de</strong>narse sobre él; pero se mantuvo firme, confiando<br />

en que Cristo era su escudo y fortaleza. Con la fe y el valor <strong>de</strong> un mártir, escribía: "¿Qué va a suce<strong>de</strong>r?<br />

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