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El Conflicto de los Siglos por Elena de White

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

para iluminar no sólo muchos hogares <strong>de</strong>l bajo pueblo, sino también <strong>los</strong> palacios <strong>de</strong> príncipes, nobles y<br />

prelados. La luz brilló con tanta claridad que, como sucedió en Valladolid, penetró hasta en algunos <strong>de</strong><br />

<strong>los</strong> monasterios, que a su vez volviéronse centros <strong>de</strong> luz y bendición. "<strong>El</strong> capellán <strong>de</strong>l monasterio<br />

dominicano <strong>de</strong> S. Pablo propagaba con celo" las doctrinas reformadas. Se contaban discípu<strong>los</strong> en el<br />

convento <strong>de</strong> Santa Isabel y en otras instituciones religiosas <strong>de</strong> Sevilla y sus alre<strong>de</strong>dores.<br />

Empero fue en el convento jeronimiano <strong>de</strong> San Isidro <strong>de</strong>l Campo, uno <strong>de</strong> <strong>los</strong> más célebres<br />

monasterios <strong>de</strong> España," situado a unos dos kilómetros <strong>de</strong> Sevilla, don<strong>de</strong> la luz <strong>de</strong> la verdad divina brilló<br />

con más fulgor. Uno <strong>de</strong> <strong>los</strong> monjes, García <strong>de</strong> Arias, llamado vulgarmente Dr. Blanco, enseñaba<br />

precavidamente a sus hermanos "que el recitar en <strong>los</strong> coros <strong>de</strong> <strong>los</strong> conventos, <strong>de</strong> día y <strong>de</strong> noche, las<br />

sagradas preces, ya rezando ya cantando, no era rogar a Dios; que <strong>los</strong> ejercicios <strong>de</strong> la verda<strong>de</strong>ra religión<br />

eran otros que <strong>los</strong> que pensaba el vulgo religioso; que <strong>de</strong>bían leerse y meditarse con suma atención las<br />

Sagradas Escrituras, y que sólo <strong>de</strong> ellas se podía sacar el verda<strong>de</strong>ro conocimiento <strong>de</strong> Dios y <strong>de</strong> su<br />

voluntad." —R. Gonzales <strong>de</strong> Montes, págs. 258 - 272; (237 - 247). Esta enseñanza púsola hábilmente en<br />

realce otro monje, Casiodoro <strong>de</strong> Reyna, "que se hizo célebre posteriormente traduciendo la Biblia en el<br />

idioma <strong>de</strong> su país." La instrucción dada <strong>por</strong> tan notables personalida<strong>de</strong>s preparó el camino para "el<br />

cambio radical" que, en 1557, fue introducido "en <strong>los</strong> asuntos internos <strong>de</strong> aquel monasterio." "Habiendo<br />

recibido un buen surtido <strong>de</strong> ejemplares <strong>de</strong> las Escrituras y <strong>de</strong> libros protestantes, en castellano, <strong>los</strong> frailes<br />

<strong>los</strong> leyeron con gran avi<strong>de</strong>z, circunstancia que contribuyó a confirmar <strong>de</strong>s<strong>de</strong> luego a cuantos habían sido<br />

instruídos, y a librar a otros <strong>de</strong> las preocupaciones <strong>de</strong> que eran esclavos.<br />

Debido a esto el prior y otras personas <strong>de</strong> carácter oficial, <strong>de</strong> acuerdo con la cofradía, resolvieron<br />

reformar su institución religiosa. Las horas, llamadas <strong>de</strong> rezo, que habían solido pasar en solemnes<br />

momerías, fueron <strong>de</strong>dicadas a oír conferencias sobre las Escrituras; <strong>los</strong> rezos <strong>por</strong> <strong>los</strong> difuntos fueron<br />

suprimidos o substituídos con enseñanzas para <strong>los</strong> vivos; se suprimieron <strong>por</strong> completo las indulgencias<br />

y las dispensas papales, que constituyeran lucrativo monopolio; se <strong>de</strong>jaron subsistir las imágenes, pero<br />

ya no se las reverenciaba; la temperancia habitual substituyó a <strong>los</strong> ayunos supersticiosos; y a <strong>los</strong> novicios<br />

se les instruía en <strong>los</strong> principios <strong>de</strong> la verda<strong>de</strong>ra piedad, en lugar <strong>de</strong> iniciar<strong>los</strong> en <strong>los</strong> hábitos ociosos y<br />

<strong>de</strong>gradantes <strong>de</strong>l monaquismo. Del sistema antiguo no quedaba más que el hábito monacal y la ceremonia<br />

exterior <strong>de</strong> la misa, que no podían abandonar sin exponerse a inevitable e inminente peligro. "Los buenos<br />

efectos <strong>de</strong> semejante cambio no tardaron en <strong>de</strong>jarse sentir fuera <strong>de</strong>l monasterio <strong>de</strong> San Isidro <strong>de</strong>l Campo.<br />

Por medio <strong>de</strong> sus pláticas y <strong>de</strong> la circulación <strong>de</strong> libros, aquel<strong>los</strong> diligentes monjes difundieron el<br />

conocimiento <strong>de</strong> la verdad <strong>por</strong> las comarcas vecinas y la dieron a conocer a muchos que vivían en<br />

ciuda<strong>de</strong>s bastante distantes <strong>de</strong> Sevilla." —M'Crie, cap. 6.<br />

Por <strong>de</strong>seable que fuese la reforma introducida <strong>por</strong> <strong>los</strong> monjes <strong>de</strong> San Isidro en su convento, . . .<br />

no obstante ella <strong>los</strong> puso en situación <strong>de</strong>licada a la par que dolorosa. No podían <strong>de</strong>shacerse <strong>de</strong>l todo <strong>de</strong><br />

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