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El Conflicto de los Siglos por Elena de White

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

Una <strong>por</strong>ción <strong>de</strong> la profecía <strong>de</strong> Ezequiel fue también fuente <strong>de</strong> fuerza y <strong>de</strong> consuelo para <strong>los</strong><br />

creyentes: Tuve a<strong>de</strong>más revelación <strong>de</strong> Jehová, que <strong>de</strong>cía: Hijo <strong>de</strong>l hombre, ¿qué refrán es éste que tenéis<br />

en la tierra <strong>de</strong> Israel, que dice: Se van prolongando <strong>los</strong> días, y fracasa toda visión? Por tanto diles: . . .<br />

Han llegado <strong>los</strong> días, y el efecto <strong>de</strong> cada visión; . . . hablaré, y la cosa que dijere se efectuará; no se<br />

dilatará más. "Los <strong>de</strong> la casa <strong>de</strong> Israel están diciendo: La visión que éste ve es para <strong>de</strong> aquí a muchos<br />

días; respecto <strong>de</strong> tiempos lejanos profetiza él. Por tanto diles: Así dice Jehová el Señor: No se dilatará<br />

más ninguna <strong>de</strong> mis palabras; lo que yo dijere se cumplirá." (Ezequiel 12: 21-25, 27, 28, V.M.)<br />

Los que esperaban se regocijaron en la creencia <strong>de</strong> que Aquel que conoce el fin <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el principio<br />

había mirado a través <strong>de</strong> <strong>los</strong> sig<strong>los</strong>, y previendo su contrariedad, les había dado palabras <strong>de</strong> valor y<br />

esperanza. De no haber sido <strong>por</strong> esos pasajes <strong>de</strong> las Santas Escrituras, que <strong>los</strong> exhortaban a esperar con<br />

paciencia y firme confianza en la Palabra <strong>de</strong> Dios, su fe habría cejado en la hora <strong>de</strong> prueba. La parábola<br />

<strong>de</strong> las diez vírgenes <strong>de</strong> S. Mateo 25, ilustra también lo que experimentaron <strong>los</strong> adventistas. En el capítulo<br />

24 <strong>de</strong> S. Mateo, en contestación a la pregunta <strong>de</strong> sus discípu<strong>los</strong> respecto a la señal <strong>de</strong> su venida y <strong>de</strong>l fin<br />

<strong>de</strong>l mundo, Cristo había anunciado algunos <strong>de</strong> <strong>los</strong> acontecimientos más im<strong>por</strong>tantes <strong>de</strong> la historia <strong>de</strong>l<br />

mundo y <strong>de</strong> la iglesia <strong>de</strong>s<strong>de</strong> su primer advenimiento hasta su segundo; a saber, la <strong>de</strong>strucción <strong>de</strong><br />

Jerusalén, la gran tribulación <strong>de</strong> la iglesia bajo las persecuciones paganas y papales, el obscurecimiento<br />

<strong>de</strong>l sol y <strong>de</strong> la luna, y la caída <strong>de</strong> las estrellas. Después, habló <strong>de</strong> su venida en su reino, y refirió la<br />

parábola que <strong>de</strong>scribe las dos clases <strong>de</strong> siervos que esperarían su aparecimiento. <strong>El</strong> capítulo 25 empieza<br />

con las palabras: "Entonces el reino <strong>de</strong> <strong>los</strong> cie<strong>los</strong> será semejante a diez vírgenes." Aquí se presenta a la<br />

iglesia que vive en <strong>los</strong> últimos días la misma enseñanza <strong>de</strong> que se habla al fin <strong>de</strong>l capítulo 24. Lo que<br />

ella experimenta se ilustra con las particularida<strong>de</strong>s <strong>de</strong> un casamiento oriental.<br />

"Entonces el reino <strong>de</strong> <strong>los</strong> cie<strong>los</strong> será semejante a diez vírgenes, que tomaron sus lámparas y<br />

salieron a recibir al esposo. Y cinco <strong>de</strong> ellas eran insensatas, y cinco pru<strong>de</strong>ntes. Porque las insensatas,<br />

cuando tomaron sus lámparas, no tomaron aceite consigo: pero las pru<strong>de</strong>ntes tomaron aceite en sus<br />

vasijas, juntamente con sus lámparas. Tardándose, pues, el esposo, cabecearon todas, y se durmieron.<br />

Mas a la media noche fue oído el grito: ¡He aquí que viene el esposo! ¡salid a recibirle!" (V.M.)<br />

Se comprendía que la venida <strong>de</strong> Cristo, anunciada <strong>por</strong> el mensaje <strong>de</strong>l primer ángel, estaba<br />

representada <strong>por</strong> la venida <strong>de</strong>l esposo. La extensa obra <strong>de</strong> reforma que produjo la proclamación <strong>de</strong> su<br />

próxima venida, correspondía a la salida <strong>de</strong> las vírgenes. Tanto en esta parábola como en la <strong>de</strong> S. Mateo<br />

24, se representan dos clases <strong>de</strong> personas. Unas y otras habían tomado sus lámparas, la Biblia, y a su luz<br />

salieron a recibir al Esposo. Pero mientras que "las insensatas, cuando tomaron sus lámparas, no tomaron<br />

aceite consigo," "las pru<strong>de</strong>ntes tomaron aceite en sus vasijas, juntamente con sus lámparas." Estas<br />

últimas habían recibido la gracia <strong>de</strong> Dios, el po<strong>de</strong>r regenerador e iluminador <strong>de</strong>l Espíritu Santo, que<br />

convertía su Palabra en una antorcha para <strong>los</strong> pies y una luz en la senda. A fin <strong>de</strong> conocer la verdad,<br />

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