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El Conflicto de los Siglos por Elena de White

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

empleó en tiempos pasados. Los que rechazan la luz <strong>de</strong> la verdad buscarán aún la ayuda <strong>de</strong> este po<strong>de</strong>r<br />

que se titula infalible, a fin <strong>de</strong> exaltar una institución que <strong>de</strong>be su origen a Roma. No es difícil prever<br />

cuán apresuradamente ella acudirá en ayuda <strong>de</strong> <strong>los</strong> protestantes en este movimiento. ¿Quién mejor que<br />

<strong>los</strong> jefes papistas para saber cómo entendérselas con <strong>los</strong> que <strong>de</strong>sobe<strong>de</strong>cen a la iglesia? La iglesia católica<br />

romana, con todas sus ramificaciones en el mundo entero, forma una vasta organización dirigida <strong>por</strong> la<br />

se<strong>de</strong> papal, y <strong>de</strong>stinada a servir <strong>los</strong> intereses <strong>de</strong> ésta. Instruye a sus millones <strong>de</strong> a<strong>de</strong>ptos en todos <strong>los</strong><br />

países <strong>de</strong>l globo, para que se consi<strong>de</strong>ren obligados a obe<strong>de</strong>cer al papa. Sea cual fuere la nacionalidad o<br />

el gobierno <strong>de</strong> éstos, <strong>de</strong>ben consi<strong>de</strong>rar la autoridad <strong>de</strong> la iglesia como <strong>por</strong> encima <strong>de</strong> todas las <strong>de</strong>más.<br />

Aunque juren fi<strong>de</strong>lidad al estado, siempre quedará en el fondo el voto <strong>de</strong> obediencia a Roma que <strong>los</strong><br />

absuelve <strong>de</strong> toda promesa contraria a <strong>los</strong> intereses <strong>de</strong> ella.<br />

La historia prueba lo astuta y persistente que es en sus esfuerzos <strong>por</strong> inmiscuirse en <strong>los</strong> asuntos<br />

<strong>de</strong> las naciones, y para favorecer sus propios fines, aun a costa <strong>de</strong> la ruina <strong>de</strong> príncipes y pueb<strong>los</strong>, una<br />

vez que logró entrar. En el año 1204, el papa Inocencio III arrancó <strong>de</strong> Pedro II, rey <strong>de</strong> Aragón, este<br />

juramento extraordinario: Yo, Pedro, rey <strong>de</strong> <strong>los</strong> aragoneses, <strong>de</strong>claro y prometo ser siempre fiel y<br />

obediente a mi señor, el papa Inocencio, a sus sucesores católicos y a la iglesia romana, y conservar mi<br />

reino en su obediencia, <strong>de</strong>fendiendo la religión católica y persiguiendo la perversidad herética." —Juan<br />

Dowling, The History of Romanism, lib. 5, cap. 6, sec. 55. Esto está en armonía con las pretensiones <strong>de</strong>l<br />

pontífice romano con referencia al po<strong>de</strong>r, <strong>de</strong> que "él tiene <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> <strong>de</strong>poner emperadores" y <strong>de</strong> que<br />

"pue<strong>de</strong> <strong>de</strong>sligar a <strong>los</strong> súbditos <strong>de</strong> la lealtad <strong>de</strong>bida a gobernantes perversos.— Mosheim, lib. 3, siglo II,<br />

parte 2, cap. 2, sec. 2, nota 17. Véase también el Apéndice. Y téngase presente que Roma se jacta <strong>de</strong> no<br />

variar jamás. Los principios <strong>de</strong> Gregorio VII y <strong>de</strong> Inocencio III son aún <strong>los</strong> principios <strong>de</strong> la iglesia<br />

católica romana; y si sólo tuviese el po<strong>de</strong>r, <strong>los</strong> pondría en vigor con tanta fuerza hoy como en sig<strong>los</strong><br />

pasados.<br />

Poco saben <strong>los</strong> protestantes lo que están haciendo al proponerse aceptar la ayuda <strong>de</strong> Roma en la<br />

tarea <strong>de</strong> exaltar el domingo. Mientras el<strong>los</strong> tratan <strong>de</strong> realizar su propósito, Roma tiene su mira puesta en<br />

el restablecimiento <strong>de</strong> su po<strong>de</strong>r, y tien<strong>de</strong> a recuperar su supremacía perdida. Establézcase en <strong>los</strong> Estados<br />

Unidos el principio <strong>de</strong> que la iglesia pue<strong>de</strong> emplear o dirigir el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l estado; que las leyes civiles<br />

pue<strong>de</strong>n hacer obligatorias las observancias religiosas; en una palabra, que la autoridad <strong>de</strong> la iglesia con<br />

la <strong>de</strong>l estado <strong>de</strong>be dominar las conciencias, y el triunfo <strong>de</strong> Roma quedará asegurado en la gran República<br />

<strong>de</strong> la América <strong>de</strong>l Norte. La Palabra <strong>de</strong> Dios ha dado advertencias respecto a tan inminente peligro;<br />

<strong>de</strong>scui<strong>de</strong> estos avisos y el mundo protestante sabrá cuáles son <strong>los</strong> verda<strong>de</strong>ros propósitos <strong>de</strong> Roma, pero<br />

ya será tar<strong>de</strong> para salir <strong>de</strong> la trampa. Roma está aumentando sigi<strong>los</strong>amente su po<strong>de</strong>r. Sus doctrinas están<br />

ejerciendo su influencia en las cámaras legislativas, en las iglesias y en <strong>los</strong> corazones <strong>de</strong> <strong>los</strong> hombres.<br />

Ya está levantando sus soberbios e imponentes edificios en cuyos secretos recintos reanudará sus<br />

antiguas persecuciones. Está acumulando ocultamente sus fuerzas y sin <strong>de</strong>spertar sospechas para<br />

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