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El Conflicto de los Siglos por Elena de White

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

así mi vida <strong>de</strong> algunas horas. En cuanto a mi alma, no pue<strong>de</strong>n quitármela. <strong>El</strong> que quiere propagar la<br />

Palabra <strong>de</strong> Cristo en el mundo, <strong>de</strong>be esperar la muerte a cada instante." —Id., lib. 4, cap. 4.<br />

Las noticias <strong>de</strong> la llegada <strong>de</strong> Lutero a Augsburgo dieron gran satisfacción al legado <strong>de</strong>l papa. <strong>El</strong><br />

molesto hereje que había <strong>de</strong>spertado la atención <strong>de</strong>l mundo entero parecía hallarse ya en po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> Roma,<br />

y el legado estaba resuelto a no <strong>de</strong>jarle escapar. <strong>El</strong> reformador no se había cuidado <strong>de</strong> obtener un<br />

salvoconducto. Sus amigos le instaron a que no se presentase sin él y el<strong>los</strong> mismos se prestaron a<br />

recabarlo <strong>de</strong>l emperador. <strong>El</strong> legado quería obligar a Lutero a retractarse, o si no lo lograba, a hacer que<br />

lo llevaran a Roma para someterle a la suerte que habían corrido Hus y Jerónimo. Así que, <strong>por</strong> medio <strong>de</strong><br />

sus agentes se esforzó en inducir a Lutero a que compareciese sin salvoconducto, confiando sólo en el<br />

arbitrio <strong>de</strong>l legado. <strong>El</strong> reformador se negó a ello resueltamente. No fue sino <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> recibido el<br />

documento que le garantizaba la protección <strong>de</strong>l emperador, cuando se presentó ante el embajador papal.<br />

Pensaron <strong>los</strong> romanistas que convenía conquistar a Lutero <strong>por</strong> una apariencia <strong>de</strong> bondad. <strong>El</strong> legado, en<br />

sus entrevistas con él, fingió gran amistad, pero le exigía que se sometiera implícitamente a la autoridad<br />

<strong>de</strong> la iglesia y que cediera a todo sin reserva alguna y sin alegar. En realidad no había sabido aquilatar<br />

el carácter <strong>de</strong>l hombre con quien tenía que habérselas. Lutero, en <strong>de</strong>bida respuesta, manifestó su<br />

veneración <strong>por</strong> la iglesia, su <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> conocer la verdad, su disposición para contestar las objeciones que<br />

se hicieran a lo que él había enseñado, y que sometería sus doctrinas al fallo <strong>de</strong> ciertas universida<strong>de</strong>s <strong>de</strong><br />

las principales. Pero, a la vez, protestaba contra la actitud <strong>de</strong>l car<strong>de</strong>nal que le exigía se retractara sin<br />

probarle primero que se hallaba en error.<br />

La única respuesta que se le daba era: "¡Retráctate! ¡retráctate!" <strong>El</strong> reformador adujo que su actitud<br />

era apoyada <strong>por</strong> las Santas Escrituras, y <strong>de</strong>claró con entereza que él no podía renunciar a la verdad. <strong>El</strong><br />

legado, no pudiendo refutar <strong>los</strong> argumentos <strong>de</strong> Lutero, le abrumó con un cúmulo <strong>de</strong> reproches, burlas y<br />

palabras <strong>de</strong> adulación, con citas <strong>de</strong> las tradiciones y dichos <strong>de</strong> <strong>los</strong> padres <strong>de</strong> la iglesia, sin <strong>de</strong>jar al<br />

reformador o<strong>por</strong>tunidad para hablar. Viendo Lutero que, <strong>de</strong> seguir así, la conferencia resultaría inútil,<br />

obtuvo al fin que se le diera, si bien <strong>de</strong> mala gana, permiso para presentar su respuesta <strong>por</strong> escrito. "De<br />

esta manera —<strong>de</strong>cía él, escribiendo a un amigo suyo— la persona abrumada alcanza doble ganancia:<br />

primero, que lo escrito pue<strong>de</strong> someterse al juicio <strong>de</strong> terceros; y segundo, que hay más o<strong>por</strong>tunidad para<br />

apelar al temor, ya que no a la conciencia, <strong>de</strong> un déspota arrogante y charlatán que <strong>de</strong> otro modo se<br />

sobrepondría con su imperioso lenguaje." —Martyn, The Life and Times of Luther, págs. 271, 272.<br />

En la subsiguiente entrevista, Lutero presentó una clara, concisa y rotunda exposición <strong>de</strong> sus<br />

opiniones, bien apoyada con muchas citas bíblicas. Este escrito, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> haberlo leído en alta voz, lo<br />

puso en manos <strong>de</strong>l car<strong>de</strong>nal, quien lo arrojó <strong>de</strong>s<strong>de</strong>ñosamente a un lado, <strong>de</strong>clarando que era una mezcla<br />

<strong>de</strong> palabras tontas y <strong>de</strong> citas <strong>de</strong>satinadas. Lutero se levantó con toda dignidad y atacó al orgul<strong>los</strong>o prelado<br />

en su mismo terreno —el <strong>de</strong> las tradiciones y enseñanzas <strong>de</strong> la iglesia— refutando completamente todas<br />

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