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El Conflicto de los Siglos por Elena de White

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

Se recrudece una guerra espiritual. Embatallados en El Conflicto de los Siglos, desde la eternidad pasada hasta los tiempos actuales, se están luchando dos fuerzas una contra el otra por la soberanía universal. Este libro se explica cómo inició la guerra, cómo llegará el punto culminante y cómo se terminará. Con desarrollos muy chocantes que pican la mente y despiertan las ascuas del alma, también la obra ilumina la visión y da revelación acerca de la manipulación espiritual, la política mundial, los regímenes represivos, los movimientos religiosos, los derechos y las libertades amenazados y la decodificación del misterio de la profecía.

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<strong>El</strong> <strong>Conflicto</strong> <strong>de</strong> <strong>los</strong> Sig<strong>los</strong><br />

obra que el<strong>los</strong> hicieron y que fue proscrita y anatematizada <strong>por</strong> <strong>los</strong> reyes <strong>de</strong> este mundo, es imperece<strong>de</strong>ra.<br />

La Fuente <strong>de</strong> la vida y <strong>El</strong> método <strong>de</strong> la gracia <strong>de</strong> Flavel enseñaron a millares el modo <strong>de</strong> confiar al Señor<br />

la custodia <strong>de</strong> sus almas.<br />

<strong>El</strong> pastor reformado, <strong>de</strong> Baxter, fue una verda<strong>de</strong>ra bendición para muchos que <strong>de</strong>seaban un<br />

avivamiento <strong>de</strong> la obra <strong>de</strong> Dios, y su Descanso eterno <strong>de</strong> <strong>los</strong> santos cumplió su misión <strong>de</strong> llevar almas<br />

"al <strong>de</strong>scanso que queda para el pueblo <strong>de</strong> Dios." Cien años más tar<strong>de</strong>, en tiempos <strong>de</strong> tinieblas espirituales,<br />

aparecieron <strong>White</strong>field y <strong>los</strong> Wesley como <strong>por</strong>tadores <strong>de</strong> la luz <strong>de</strong> Dios. Bajo el régimen <strong>de</strong> la iglesia<br />

establecida, el pueblo <strong>de</strong> Inglaterra había llegado a un estado tal <strong>de</strong> <strong>de</strong>ca<strong>de</strong>ncia, que apenas podía<br />

distinguirse <strong>de</strong>l paganismo. La religión natural era el estudio favorito <strong>de</strong>l clero y en él iba incluida casi<br />

toda su teología. La aristocracia hacía escarnio <strong>de</strong> la piedad y se jactaba <strong>de</strong> estar <strong>por</strong> sobre lo que llamaba<br />

su fanatismo, en tanto que el pueblo bajo vivía en la ignorancia y el vicio, y la iglesia no tenía valor ni<br />

fe para seguir sosteniendo la causa <strong>de</strong> la verdad ya <strong>de</strong>caída. La gran doctrina <strong>de</strong> la justificación <strong>por</strong> la fe,<br />

tan claramente enseñada <strong>por</strong> Lutero, se había perdido casi totalmente <strong>de</strong> vista, y ocupaban su lugar <strong>los</strong><br />

principios <strong>de</strong>l romanismo <strong>de</strong> confiar en las buenas obras para obtener la salvación. <strong>White</strong>field y <strong>los</strong><br />

Wesley, miembros <strong>de</strong> la iglesia establecida, buscaban con sinceridad el favor <strong>de</strong> Dios, que, según se les<br />

había enseñado, se conseguía <strong>por</strong> medio <strong>de</strong> una vida virtuosa y <strong>por</strong> la observancia <strong>de</strong> <strong>los</strong> ritos religiosos.<br />

En cierta ocasión en que Car<strong>los</strong> Wesley cayó enfermo y pensaba que estaba próximo su fin, se le<br />

preguntó en qué fundaba su esperanza <strong>de</strong> la vida eterna. Su respuesta fue: He hecho cuanto he podido<br />

<strong>por</strong> servir a Dios." Pero como el amigo que le dirigiera la pregunta no parecía satisfecho con la<br />

contestación, Wesley pensó: "¡Qué! ¿No son suficientes mis esfuerzos para fundar mi esperanza? ¿Me<br />

privaría <strong>de</strong> mis esfuerzos? No tengo otra cosa en que confiar." —Juan <strong>White</strong>head, Life of the Rev.<br />

Charles Wesley, pág. 102. Tales eran las tinieblas que habían caído sobre la iglesia, y ocultaban la<br />

expiación, <strong>de</strong>spojaban a Cristo <strong>de</strong> su gloria y <strong>de</strong>sviaban la mente <strong>de</strong> <strong>los</strong> hombres <strong>de</strong> su única esperanza<br />

<strong>de</strong> salvación: la sangre <strong>de</strong>l Re<strong>de</strong>ntor crucificado. Wesley y sus compañeros fueron inducidos a reconocer<br />

que la religión verda<strong>de</strong>ra tiene su asiento en el corazón y que la ley <strong>de</strong> Dios abarca <strong>los</strong> pensamientos lo<br />

mismo que las palabras y las obras. Convencidos <strong>de</strong> la necesidad <strong>de</strong> tener santidad en el corazón, así<br />

como <strong>de</strong> conducirse correctamente, <strong>de</strong>cidieron seriamente iniciar una vida nueva. Por medio <strong>de</strong><br />

esfuerzos diligentes acompañados <strong>de</strong> fervientes oraciones, se empeñaban en vencer las malas<br />

inclinaciones <strong>de</strong>l corazón natural. Llevaban una vida <strong>de</strong> abnegación, <strong>de</strong> amor y <strong>de</strong> humillación, y<br />

observaban rigurosamente todo aquello que a su parecer podría ayudarles a alcanzar lo que más <strong>de</strong>seaban:<br />

una santidad que pudiese asegurarles el favor <strong>de</strong> Dios. Pero no lograban lo que buscaban. Vanos eran<br />

sus esfuerzos para librarse <strong>de</strong> la con<strong>de</strong>nación <strong>de</strong>l pecado y para quebrantar su po<strong>de</strong>r. Era la misma lucha<br />

que había tenido que sostener Lutero en su celda <strong>de</strong>l convento en Erfurt. Era la misma pregunta que le<br />

había atormentado el alma: "¿Cómo pue<strong>de</strong> el hombre ser justo para con Dios? (Job 9:2, V.M.)<br />

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