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caído en su trance expectante, <strong>el</strong> tramposo, en vez de extraerle los parásitos, arranca de<br />
un mordisco un trozo de la aleta d<strong>el</strong> pez grande y huye apresuradamente. Pero, a pesar de<br />
los tramposos, la r<strong>el</strong>ación entre los peces limpiadores y sus clientes es<br />
predominantemente amigable y estable. La profesión de limpiador juega un importante<br />
pap<strong>el</strong> en la vida diaria en la comunidad de los arrecifes de coral. Cada limpiador posee su<br />
propio territorio y se ha visto a los peces grandes hacer cola para que los atiendan como<br />
clientes ante una barbería. Es probablemente esta tenacidad local lo que hace posible la<br />
evolución, en este caso, de altruismo recíproco retardado. El beneficio que le reporta a un<br />
pez grande <strong>el</strong> poder regresar repetidas veces a la misma «barbería» en vez de buscar<br />
continuamente una nueva, debe compensar <strong>el</strong> costo de contenerse para no comer al<br />
limpiador. Puesto que los peces limpiadores son pequeños, lo aseverado anteriormente no<br />
es difícil de creer. La presencia de peces tramposos que se mimetizan con los peces<br />
limpiadores probablemente, de manera indirecta, ponga en p<strong>el</strong>igro la buena fe de los<br />
limpiadores al provocar una presión de tipo menor sobre los peces grandes para que<br />
devoren a los peces listados. La tenacidad local por parte de los <strong>gen</strong>uinos peces<br />
limpiadores permite a los clientes encontrarlos y evitar así a los tramposos.<br />
En <strong>el</strong> hombre está bien desarrollada la memoria y la capacidad de reconocimiento<br />
de los individuos. Podemos esperar, por consiguiente, que <strong>el</strong> altruismo recíproco haya<br />
jugado un pap<strong>el</strong> importante en la evolución humana.<br />
Trivers llega hasta <strong>el</strong> extremo de sugerir que muchas de nuestras características<br />
psicológicas tales como la envidia, sentimiento de culpa, gratitud, simpatía, etc., han sido<br />
planeadas por la s<strong>el</strong>ección natural como habilidades perfeccionadas de engañar, de<br />
detectar engaños y de evitar que otra <strong>gen</strong>te piense que uno es un tramposo. De especial<br />
interés son los «engañosos sutiles» que parecen estar pagando un favor recibido pero que,<br />
sin cejar, devu<strong>el</strong>ven levemente menos de lo que reciben. Es aun posible que <strong>el</strong> abultado<br />
cerebro d<strong>el</strong> hombre y su predisposición a razonar matemáticamente haya desarrollado un<br />
mecanismo de engaño más tortuoso y de una detección más penetrante d<strong>el</strong> engaño<br />
cometido por otros. El dinero constituye un signo formal de altruismo recíproco<br />
retardado.<br />
No tiene fin la fascinante especulación que en<strong>gen</strong>dra la idea de altruismo recíproco<br />
cuando la aplicamos a nuestra propia especie. El tema es tentador, pero no soy mejor para<br />
tales especulaciones que cualquier otro hombre y dejo al lector que se entretenga en <strong>el</strong>lo.<br />
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