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llega a órdenes de respuesta final de magnitud más rápida de la que es capaz un ordenador<br />
normal con procesamiento en serie.<br />
Antes dije que un ordenador en serie puede crear la ilusión de ser un procesador en<br />
paral<strong>el</strong>o, cambiando su «atención» de forma suficientemente rápida en torno a muchas<br />
tareas. Podríamos decir que hay un procesador paral<strong>el</strong>o virtual sentado encima de equipos<br />
de procesamiento en serie. La idea de Dennett es que <strong>el</strong> cerebro humano ha hecho<br />
exactamente lo contrario. El soporte físico d<strong>el</strong> cerebro es fundamentalmente paral<strong>el</strong>o, como<br />
<strong>el</strong> de la máquina Edinburgh. Y procesa un soporte lógico diseñado para crear una ilusión de<br />
procesamiento en serie: una máquina virtual de procesamiento en serie montada en una<br />
arquitectura en paral<strong>el</strong>o. Dennett cree que <strong>el</strong> rasgo más notable de la experiencia subjetiva<br />
d<strong>el</strong> pensamiento es la corriente de consciencia en serie «una cosa-después-de-otra» o<br />
corriente «joyceana». Opina que la mayoría de los animales carecen de esta experiencia en<br />
serie, y utilizan directamente <strong>el</strong> cerebro de forma natural, con procesamiento en paral<strong>el</strong>o.<br />
Sin duda también <strong>el</strong> cerebro humano utiliza directamente su arquitectura en paral<strong>el</strong>o para<br />
muchas de las tareas rutinarias de mantener una compleja máquina de supervivencia en<br />
funcionamiento. Pero, además, <strong>el</strong> cerebro humano desarrolló una máquina virtual de<br />
soporte lógico para simular la ilusión de un procesador en serie. La mente, con su fluida<br />
corriente de consciencia, es una máquina virtual, una forma de experimentar <strong>el</strong> cerebro<br />
«fácil para <strong>el</strong> usuario», como <strong>el</strong> «Macintosh User Interface» es una forma «fácil para <strong>el</strong><br />
usuario» de experimentar <strong>el</strong> ordenador físico situado dentro de su caja gris.<br />
No es evidente por qué los seres humanos necesitan una máquina virtual, cuando las<br />
demás especies parecen bastante f<strong>el</strong>ices con sus sobrias máquinas en paral<strong>el</strong>o. Quizás haya<br />
algo fundamental «en serie» en las tareas más difíciles que <strong>el</strong> ser humano está llamado a<br />
realizar, o quizás Dennett se equivoca al singularizarnos. Éste opina que la creación d<strong>el</strong><br />
soporte lógico en serie ha sido, sustancialmente, un fenómeno cultural, y de nuevo no me<br />
parece obvio por qué tiene que ser esto probable. Pero tengo que añadir que, en <strong>el</strong><br />
momento de escribir esto, no se ha publicado aún <strong>el</strong> trabajo de Dennett y mi presentación<br />
se basa en recuerdos de su Conferencia Jacobsen de 1988, leída en Londres. Aconsejo al<br />
lector consultar la propia formulación de Dennett en cuanto aparezca, en vez de confiar en<br />
la mía, sin duda imperfecta e impresionista y quizás, también, emb<strong>el</strong>lecida. El psicólogo<br />
Nicholas Humphrey ha formulado también una atractiva hipótesis sobre cómo la evolución<br />
de una capacidad de simular puede haber originado a la consciencia. En su libro The inner<br />
eye, Humphrey defiende convincentemente que los animales altamente sociales, como<br />
nosotros y como los chimpancés, tenemos que llegar a ser expertos psicólogos. El cerebro<br />
ha de manipular y simular muchos aspectos d<strong>el</strong> mundo. Pero la mayoría de los aspectos d<strong>el</strong><br />
mundo son bastante simples por comparación con <strong>el</strong> propio cerebro. Un animal social vive<br />
en un mundo de otros, un mundo de compañeros, rivales, parejas y enemigos potenciales.<br />
Para sobrevivir y prosperar en un mundo así, hay que desarrollar una buena predicción de<br />
lo que van a hacer a continuación estos otros individuos. Predecir qué va a suceder en <strong>el</strong><br />
mundo inanimado es una nimiedad en comparación con predecir lo que va a suceder en <strong>el</strong><br />
mundo social. Los psicólogos académicos, que trabajan con métodos científicos, no son<br />
realmente muy duchos en predecir la conducta humana. Los compañeros sociales, utilizando<br />
minúsculos movimientos de los músculos faciales y otras claves sutiles, su<strong>el</strong>en poseer una<br />
gran destreza en leer la mente y conjeturar la conducta futura. Humphrey opina que esta<br />
cualidad «psicológica natural» se ha desarrollado considerablemente en los animales<br />
sociales, casi como un tercer ojo u otro órgano complejo. El «ojo interior» es <strong>el</strong> órgano<br />
socio-psicológico evolucionado, igual que <strong>el</strong> ojo exterior es <strong>el</strong> órgano visual.<br />
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