01.05.2018 Views

La Sirena Varada: Año II, Número 6

El sexto número de "La sirena varada: Revista literaria"

El sexto número de "La sirena varada: Revista literaria"

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Acomodó con cuidado la pala,<br />

como tratando de no hacer ruido,<br />

aunque no importaba, el vecino<br />

más cercano estaba a más de cien metros,<br />

después de la parcela que le había<br />

heredado su tía, la única familia que<br />

conoció. Abrió la puerta de la pequeña<br />

bodega para salir, aunque no importaba,<br />

daba lo mismo salir por alguno de<br />

los enormes huecos que no cubría la<br />

pared hecha de varios materiales una<br />

parrilla de refrigerador, el panel trasero<br />

de un televisor arcaico, un pedazo<br />

de lámina galvanizada y demás desechos<br />

que había reunido en su triciclo.<br />

<strong>La</strong>s piedras de la banqueta del patio<br />

estaban cubiertas de musgo por la casi<br />

constante lluvia, pero no importaba,<br />

pisó firmemente.<br />

Con sus manos huesudas envejecidas<br />

prematuramente acomodó unos<br />

trozos de leña en fogón para hacerse<br />

un café de tortilla, bebida que se permitía<br />

después de un trabajo duro. Había<br />

estado trabajando cerca de cuatro<br />

horas, pero se sentía relajada y casi con<br />

ganas de volar. Se movía sin expresión<br />

como los últimos veinte años. Casi había<br />

perdido la esperanza de volver a ser<br />

libre, los últimos años había llevado su<br />

existencia de una manera monótona<br />

esperando muy poco y convirtiendo<br />

las tareas caseras más pesadas y desagradables<br />

en sus favoritas porque estaba<br />

sola. Desde antes del amanecer<br />

hacía las tortillas para el almuerzo de<br />

don Pedro y antes que él se levantara<br />

debía tener la choza impecable y las<br />

herramientas listas para cuando se iba<br />

a trabajar a la parcela. Cuando se marchaba,<br />

ella se dirigía al molino a toda<br />

prisa antes que fuera la hora de moler<br />

cacao o café. Pero hoy, no importaba,<br />

se acomodó en la mecedora del único<br />

cuarto de la casa y se quitó las chanclas<br />

de pata de gallo que había tenido que<br />

coser por lo menos ocho veces cada<br />

una. Antes le daba vergüenza salir con<br />

ropa tan gastada, pero ya no importaba,<br />

las banquetas no tenían miradas de<br />

desprecio para ella y el orgullo se había<br />

ido mucho antes que el color del vestido<br />

que usaba a diario.<br />

No encontraba que hacer y se puso a<br />

observar sus olvidados pies, callosos y<br />

descuidados, mientras usaba su imaginación<br />

para decidir qué haría ahora que<br />

sentía que tenía todo el tiempo del mundo.<br />

Pensó en acostarse de nuevo, pero no<br />

le llamó la atención, la continua tensión<br />

hacía que su famélico cuerpo no hallara<br />

relajante ni placentera ninguna actividad.<br />

A lo lejos vio salir humo de la cocina de los<br />

vecinos, no los conocía, sólo había visto<br />

que con los años los niños habían crecido<br />

y hasta la casa había crecido para engendrar<br />

un segundo piso y barda nueva.<br />

Se sobresaltó, pero enseguida reconoció<br />

el perro que pedía su alimento. Pensó<br />

en dejarlo morir de hambre, siempre<br />

había sentido odio y repugnancia por<br />

ese animal, aunque este la respetaba y<br />

no la molestaba de más. Se levantó y bebió<br />

agua de un pocillo, lo bebió rápido<br />

como era la su costumbre, el cual lavó<br />

y acomodó rápidamente, aunque ya no<br />

había nadie que se lo exigiera.<br />

Se tocó la cara con un dolor ahora<br />

lejano, sacudiendo la sangre seca y se<br />

perdió de nuevo en sus pensamientos<br />

como hacía a cada rato. Se vio a ella<br />

de niña mientras observaba a los otros<br />

niños dirigirse a la escuela, lugar que<br />

nunca visitó siquiera. Sólo conocía la<br />

parcela donde había trabajado prácticamente<br />

toda su vida y la choza donde<br />

se encontraba. Siempre deseó ir al río,<br />

no a la parte de los lavaderos, sino más<br />

91

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!