La Sirena Varada: Año II, Número 6

te a sí, contempló la figura de un doctor
de enmarañado pelo canoso y gruesas
gafas. Claire se encontraba atada de
pies y manos en una silla. También
estaba sujeta por la frente para impedirle
mover la cabeza. No podía gritar
pidiendo auxilio a sus amigos, estaba
amordazada. Sólo observar aterrada
lo que tenía frente a ella y agitarse, sin
éxito, con desesperación.
La habitación parecía demasiado
moderna para un lugar abandonado
como aquel. ¿Dónde estaba?
El supuesto doctor cogió algo y se
acercó a Claire.
—Bien, joven. Vamos a curar los males
que te afligen. Comenzaremos por
el patente déficit de atención que padeces.
Después trataremos otros más
graves —dijo.
La joven no entendía nada de lo
que el chalado ese le decía. Se fijó en
su bata y en el nombre bordado: «Dr.
Sanford».
—Si no quieres perder un ojo, te aconsejo
que no te muevas.
Y se acercó al rostro de la joven con
un bisturí para cercenarle los párpados
y que pudiera prestar atención a cuanto
la rodeaba en el futuro. La próxima
vez que observara una señal de no pasar,
obedecería.
Los terroríficos gritos que se afanaban
por salir de la garganta se ahogaban
en la mordaza mientras la afilada
hoja del bisturí hacía su trabajo…
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