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¿EXISTE UNA RECETA MÁS ELEMENTAL? ¿MÁS RELACIONADA<br />
CON EL HOGAR, EL ABRAZO Y EL BIENESTAR? ¿UN TÓNICO DE<br />
BENEFICIOS RESTAURATIVOS? NO, NO LO CREO (Y LA<br />
CIENCIA ME RESPALDA).<br />
por mariana camacho | fotos juan pablo tavera<br />
TITA RECUPERA EL HABLA después de probar un par de<br />
cucharadas del caldo de ‘Chencha’, su cómplice en la<br />
cocina de casa y una mujer más afectuosa que su propia<br />
madre. Nada había resultado efectivo hasta entonces.<br />
Con una sopa, ‘Tita’ había recuperado la voz y la<br />
cordura perdidas por seis largos meses.<br />
Pienso de inmediato en esta escena de Cómo agua<br />
para chocolate, cuando me toca escribir una oda al<br />
caldo de pollo. Aunque, en honor a la transparencia, la<br />
receta mágica del libro es con colita de res, la uso de<br />
referencia porque resume una idea que llevamos<br />
anclada desde nuestra infancia, esa que atribuye<br />
poderes curativos —más efectivos que la medicina, en<br />
este caso hiperbólico y ficticio— a un caldo de pollo.<br />
En el imaginario colectivo, nutrido por escenas de<br />
películas y libros que recetan caldo de pollo para el<br />
alma, ha quedado dicho que esta sopa es el arma blanca<br />
de las madres para derretir corazones, para aliviar<br />
resfriados y a la que recurrimos con constancia no<br />
para aliviar el hambre sino los malos ánimos.<br />
Esta idea es tan popular en occidente como en oriente.<br />
Lo que tal vez varía son las recetas: unas van con fideos,<br />
otras con vermicelli o bolas de matzá, otra con un toque<br />
de limón o verduras como el bok choy. Pero el principio<br />
es el mismo: el caldo de pollo es, en muchos idiomas,<br />
sinónimo de bienestar, apapacho y satisfacción.<br />
La ciencia, que se dedica a observar y estudiar esos<br />
comportamientos curiosos que solemos tener los<br />
bípedos, ha proporcionado los fundamentos de esta<br />
creencia que opera, en primera, como un efecto<br />
placebo. Una dosis, bien recetada, de sabiduría popular<br />
que el cuerpo interpreta como señal de bienestar<br />
—porque un resfriado quién es como para meterse con<br />
los remedios caseros de las abuelas—.<br />
Lo que dicen también algunos estudios es que el<br />
caldo de pollo —y muchas sopas, de hecho— es un alivio<br />
para el cuerpo deshidratado a causa de los síntomas del<br />
resfriado común y otros malestares —yo recurro a él a<br />
menudo para traer a mi cuerpo a tierra después de un<br />
largo viaje—. Los ingredientes que componen a un caldo<br />
de pollo —digamos los más básicos, como cebollas y<br />
ajos— también juegan un rol en su manifestación de<br />
tónico restaurativo. En su conjunto, son ricos en<br />
fitonutrientes, que tienen un rol en un sistema<br />
inmunológico sano.<br />
Cuando era niña me aterrorizaba un poco la imagen<br />
de una olla de caldo con las patitas de pollo con piel. Y<br />
la sensación solo crecía cuando alguna —en ese juego<br />
eterno de ruleta rusa que es la vida— aterrizaba en mi<br />
plato, junto con la condición<br />
—bajo la que crecimos<br />
muchos niños en los años<br />
tardíos de la década de los<br />
80— de acabar con todo<br />
para poder levantarme de<br />
la mesa. Y ni hablar, el<br />
sacrificio se hacía.<br />
Casi como un oxímoron,<br />
encontraba en aquel<br />
entonces —y, que les digo,<br />
hasta la fecha— más apetito<br />
en las vísceras, podía comer<br />
higaditos y estar en paz con<br />
la textura chiclosa de los<br />
corazones. En mi cabeza,<br />
comer caldo con<br />
menudencias era un acto de<br />
madurez y de niña grande, el<br />
pase ritual para sentarse en<br />
la mesa de los adultos.<br />
Además del casero<br />
—acompañado siempre con<br />
tortillas y aguacate— soy poseedora de una lista<br />
En mi cabeza,<br />
comer caldo con<br />
menudencias<br />
era un acto<br />
de madurez y de<br />
niña grande, el<br />
pase ritual para<br />
sentarse en<br />
la mesa de<br />
los adultos.<br />
sustancial de caldos de pollo memorables, pero hay dos,<br />
en particular, que rondan mi cabeza con más<br />
persistencia. Uno es el caldo del Merendero Biarritz, un<br />
MAYO <strong>2020</strong> 25