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la era del diamante.pdf

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interior de lo torre, pero los incontables facetas<br />

rompían <strong>la</strong> luz y <strong>la</strong> dob<strong>la</strong>ban en rodos<br />

direcciones, por lo que sólo podio ver<br />

fragmentos; intentar ver <strong>la</strong> cámaro interior <strong>del</strong><br />

Rey Coyote <strong>era</strong> como intentar recordar los<br />

detalles de un sueño olvidado.<br />

Finalmente, salió el mensajero con <strong>la</strong> peril<strong>la</strong>,<br />

dirigió o <strong>la</strong> Princesa Nell una mueca final, y le<br />

recordó que mostrase el respeto debido.<br />

—Siguiente —dijo un acólito con voz cantarina,<br />

y <strong>la</strong> Princesa Nell entró en <strong>la</strong> torre.<br />

En <strong>la</strong> antecámara había cinco acólitos, coda<br />

uno tras una mesa con pilos de viejos libros y<br />

<strong>la</strong>rgas bobinas de cinta de papel. Nell había<br />

traído trece libros <strong>del</strong> Mercado de los Cifradores,<br />

y siguiendo sus indicaciones, los distribuyó entre<br />

los acólitos descifradores. Los acólitos no <strong>era</strong>n<br />

ni jóvenes ni viejos sino de mediana edad,

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