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la era del diamante.pdf

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Y con eso, Hackworth echó a Secuestrador<br />

hacia de<strong>la</strong>nte, moviéndose con un paso<br />

extremadamente lento.<br />

Fiona venía en un velocípedo con ruedas<br />

inteligentes que sacaban buen partido <strong>del</strong> camino de<br />

piedra. Alcanzó a su padre justo en <strong>la</strong> red de<br />

seguridad. Madre y Amelia se materializaron a una<br />

manzana de distancia en un coche, y <strong>la</strong> súbita<br />

sensación de peligro inspiró a Fiona para dar un<br />

salto impetuoso desde <strong>la</strong> montura de su velocípedo<br />

a los cuartos traseros de Secuestrador, como un<br />

cowboy en una pelícu<strong>la</strong> que cambia de caballo a<br />

medio galope. Su falda, poco adaptada a <strong>la</strong>s<br />

maniobras de cowboy, se enrolló alrededor de sus<br />

piernas, y Fiona acabó cayendo sobre <strong>la</strong> parte de<br />

atrás de Secuestrador como un saco de guisantes,<br />

agarrando con una mano el pomo vestigial donde<br />

debería ir <strong>la</strong> co<strong>la</strong> si fuese un caballo, y el otro brazo<br />

alrededor de <strong>la</strong> cintura de su padre.<br />

—¡Te quiero, madre! —gritó, al atravesar <strong>la</strong><br />

red y abandonar <strong>la</strong> jurisdicción de <strong>la</strong>s leyes de<br />

familia de Nueva At<strong>la</strong>ntis—. ¡No puedo decir lo

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