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la era del diamante.pdf

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Puso el velo al máximo nivel de opacidad y se<br />

dirigió a <strong>la</strong> puerta. Harv impulsivamente agarró el<br />

tubo de oxígeno y chupó con fuerza un par de veces,<br />

luego gritó su nombre justo cuando el<strong>la</strong> estaba a<br />

punto de salir.<br />

—¿Sí? —dijo, volviéndose hacia él.<br />

—Nell, quiero decirte que tienes muy buen<br />

aspecto —dijo—, igual que <strong>la</strong> dama vicky más<br />

elegante de toda At<strong>la</strong>ntis. No puedo creer que seas <strong>la</strong><br />

misma Nell a <strong>la</strong> que solía llevar cosas al viejo piso...<br />

¿recuerdas esos días? Sé que tú y yo hemos ido por<br />

caminos diferentes, desde aquel<strong>la</strong> mañana en<br />

Dovetail, y sé que tiene mucho que ver con el<br />

Manual. Sólo quiero decirte, hermana, que aunque en<br />

ocasiones diga cosas ma<strong>la</strong>s sobre los vickys, estoy<br />

muy orgulloso de ti, y espero que cuando leas ese<br />

Manual, tan lleno de cosas que nunca podría<br />

entender o leer, pienses en tu hermano Harv, que lo<br />

vio tirado en una alcantaril<strong>la</strong> hace años y decidió<br />

llevárselo a su hermanita. ¿Lo recordarás, Nell? —<br />

Con eso, se metió el tubo de oxígeno en <strong>la</strong> boca, y<br />

sus costil<strong>la</strong>s comenzaron a agitarse.

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