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la era del diamante.pdf

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uboriza intensamente cuando me apasiono por algo,<br />

lo cual sucede con frecuencia.<br />

—Tu descripción me recuerda a mi difunta<br />

esposa, que Dios <strong>la</strong> tenga en su seno.<br />

—Háb<strong>la</strong>me de tu esposa.<br />

—El tema me llena de una tristeza tan<br />

insoportable que no puedo escribir sobre el<strong>la</strong>. Ahora,<br />

centrémonos en trabajar sobre <strong>la</strong> máquina de Turing.<br />

Ya que <strong>la</strong> estrategia <strong>la</strong>sciva había fal<strong>la</strong>do, Nell<br />

intentó un camino diferente: hacerse <strong>la</strong> tonta. Tarde o<br />

temprano, el duque se pondría algo nervioso. Pero él<br />

siempre <strong>era</strong> terriblemente paciente cuando el<strong>la</strong><br />

repetía por vigésima vez «¿Podrías explicármelo de<br />

nuevo con otras pa<strong>la</strong>bras? Todavía no lo entiendo».<br />

Por supuesto, por lo que sabía, él estaba arriba<br />

golpeando <strong>la</strong>s paredes hasta que le sangraban los<br />

nudillos y simplemente pretendía ser paciente con<br />

el<strong>la</strong>. Un hombre que había estado encerrado en una<br />

torre durante años habría aprendido a ser<br />

extremadamente paciente.<br />

Intentó enviarle poesía. Él le respondía con<br />

comentarios encantadores, pero se negó a enviar

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