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la era del diamante.pdf

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—Estoy seguro de que usted nunca quedaría<br />

humil<strong>la</strong>do en mi presencia —dijo <strong>la</strong> señora<br />

Hackworth. Era algo que tenía que decir, y él<br />

realmente no <strong>la</strong> escuchó.<br />

Se volvieron hacia <strong>la</strong>s ventanas. Cuando <strong>la</strong>s<br />

chicas estuvieron a un tiro de piedra <strong>del</strong> muro,<br />

comenzaron a moverse hacia él más decididas.<br />

Elizabeth se liberó <strong>del</strong> grupo, corrió hacia de<strong>la</strong>nte, y<br />

fue <strong>la</strong> prim<strong>era</strong> en tocar <strong>la</strong>s piedras frías, seguida<br />

unos pasos más atrás por Fiona. Nell estaba muy<br />

atrás, no habiendo acel<strong>era</strong>do su ritmo.<br />

—Elizabeth es <strong>la</strong> nieta de un duque,<br />

acostumbrada a que se cump<strong>la</strong>n sus deseos, y no<br />

siente reticencia natural; va hacia de<strong>la</strong>nte y rec<strong>la</strong>ma<br />

sus derechos de nacimiento —explicó Finkle-<br />

McGraw—. Pero c<strong>la</strong>ramente no piensa sobre lo que<br />

hace.<br />

Elizabeth y Fiona tenían ahora <strong>la</strong>s manos<br />

sobre el muro, como si Casa en un juego de pil<strong>la</strong>r.<br />

Pero Nell se había detenido y movía <strong>la</strong> cabeza de un<br />

<strong>la</strong>do a otro, examinando toda <strong>la</strong> longitud <strong>del</strong> muro<br />

que subía y bajaba por <strong>la</strong> orografía <strong>del</strong> terreno.<br />

Después de un rato levantó una mano, seña<strong>la</strong>ndo a

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