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Escritos históricos José Gabriel García<br />
Exposición a Isabel II<br />
Como complemento <strong>de</strong>l Acta publicada en nuestro número anterior, insertamos aquí la<br />
brillante y patriótica exposición dirigida a la ex-Reina <strong>de</strong> España, por el gabinete provisorio<br />
<strong>de</strong> la revolución restauradora.<br />
En ella no aparece la firma <strong>de</strong>l general José A. Salcedo, presi<strong>de</strong>nte <strong>de</strong>l gobierno, por<br />
hallarse entonces en campaña.<br />
exPosICIóN A s. M. lA reINA IsAbel II<br />
Santiago<br />
24 <strong>de</strong> septiembre <strong>de</strong> 1868<br />
Nosotros, los infrascritos Miembros <strong>de</strong>l Gobierno Provisional <strong>de</strong> esta República Dominicana, tenemos<br />
la honra <strong>de</strong> someter a la imparcial apreciación <strong>de</strong> V. M. los justos y po<strong>de</strong>rosos motivos que han<br />
<strong>de</strong>cidido a este pueblo a levantarse contra el anterior or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> cosas que el traidor general Pedro Santana<br />
y los suyos le impusieran inconsultamente siendo <strong>de</strong> ningún valor y hasta ridículo el asentimiento <strong>de</strong> unos<br />
pocos en negocio <strong>de</strong> tanta importancia y trascen<strong>de</strong>ncia que interesaba a la mayoría <strong>de</strong> la nación cual fue<br />
el acto extraño <strong>de</strong> renunciar su autonomía. Tanto más extraño cuanto que el pueblo dominicano, avezado<br />
a la lucha que durante diez y ocho años sostuviera contra sus vecinos los haitianos, no podía compren<strong>de</strong>r<br />
que peligrase en lo más mínimo su in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia, razón especiosa que diere el mismo hombre que<br />
tanto empeño tomara en las glorias <strong>de</strong> este pueblo y que tantos esfuerzos hiciera por crear el más puro<br />
amor a su libertad. Y aun cuando esto no hubiera sido verdad, no era por cierto consultando el querer<br />
<strong>de</strong> unos pocos como <strong>de</strong>bía resolver tan grave y <strong>de</strong>licada cuestión un hombre público, que, como el general<br />
Santana, había llegado a poseer en tan alto grado la confianza <strong>de</strong> su pueblo. ¿Por qué, pues, si la patria<br />
estaba en peligro no la salvó? Y si no podía salvarla, ¿por qué no resignó el po<strong>de</strong>r en manos <strong>de</strong> la nación?<br />
Esta a no dudarlo lo habría hecho. Cuarenta años <strong>de</strong> Libertad política y civil <strong>de</strong> que gozó este pueblo<br />
bajo el régimen republicano, la tolerancia en materias religiosas acompañadas <strong>de</strong> un sinnúmero <strong>de</strong> otras<br />
ventajas entre las cuales no <strong>de</strong>ben contarse por poco una representación nacional y la participación en<br />
los negocios públicos que indispensablemente trae consigo la <strong>de</strong>mocracia, <strong>de</strong>bían avenirse mal con el régimen<br />
monárquico y peor aun con el colonial. No es la culpa, Señora, <strong>de</strong> los hijos <strong>de</strong> este <strong>de</strong>sgraciado suelo,<br />
cuyo anhelo siempre ha sido permanecer amigos <strong>de</strong> los españoles sus antepasados, que un infiel mandatario,<br />
poniendo a un lado todo linaje <strong>de</strong> consi<strong>de</strong>raciones, hubiera sacrificado a sus intereses personales la<br />
existencia <strong>de</strong> un pueblo al que otra política más elevada, más grandiosa y más en armonía con las luces<br />
<strong>de</strong>l siglo, acostumbrara a ser tratado como amigo y como igual, trocando los dulces lazos <strong>de</strong> la fraternidad<br />
por los pesados vínculos <strong>de</strong> la dominación. No es la culpa, Señora, <strong>de</strong> los dominicanos que aun hoy<br />
mismo <strong>de</strong>sean continuar siendo amigos <strong>de</strong> los súbditos <strong>de</strong> S. M. que la mala fe o la ignorancia en materia<br />
política <strong>de</strong> sus gobernantes les hubiese hecho <strong>de</strong>sconocer los gravísimos inconvenientes <strong>de</strong>l sistema colonial,<br />
en el cual las mejores disposiciones <strong>de</strong>l monarca siempre se han trocado en medidas <strong>de</strong>sacertadas,<br />
siendo la historia <strong>de</strong> los acontecimientos recientes <strong>de</strong> este país la repetición punto por punto <strong>de</strong> lo que ha<br />
sucedido en todas las colonias <strong>de</strong>s<strong>de</strong> la primera que el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> la Europa fundara en el Nuevo Mundo.<br />
A pesar <strong>de</strong> tan sólidas y po<strong>de</strong>rosas razones para que la anexión <strong>de</strong> este país a la corona <strong>de</strong> España fuese<br />
mal aceptada, el pueblo sin embargo, ya fuese que el incesante <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> mejoras y <strong>de</strong> progreso que era uno<br />
<strong>de</strong> los rasgos característicos <strong>de</strong> la sociedad dominicana, le hiciese conllevar su suerte con la esperanza <strong>de</strong><br />
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