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Antología - Banco de Reservas

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<strong>Antología</strong> José Gabriel García<br />

llevaron el país a la anexión”, porque entonces ¿cuál fue la causa <strong>de</strong> las tales revoluciones?<br />

Se nos dirá que “la exageración <strong>de</strong> amor al po<strong>de</strong>r, primero, y el no caber en la República<br />

el Libertador y el que más tar<strong>de</strong> <strong>de</strong>bía llamarse Gran Ciudadano”. Está bien. Y ¿<strong>de</strong> qué<br />

modo era que se manifestaba esa exageración <strong>de</strong> amor al po<strong>de</strong>r? Por parte <strong>de</strong> Santana en su<br />

ten<strong>de</strong>ncia a hacer que se le nombrara Presi<strong>de</strong>nte por más <strong>de</strong> un período, ya fuera <strong>de</strong> cuatro<br />

años, como los que señalaba la Constitución <strong>de</strong> 1844, ya <strong>de</strong> seis, como los que estableció la<br />

<strong>de</strong> diciembre <strong>de</strong> 1854. Por parte <strong>de</strong> Báez en la impaciencia que le empujaba al mando sin<br />

aguardar a que su émulo cumpliera sus dilatadas administraciones. Luego hay que confesar<br />

que sí entraba por mucho a facilitar las revueltas la duración <strong>de</strong>l período presi<strong>de</strong>ncial, toda<br />

vez que no es un absurdo suponer que si los <strong>de</strong> Santana hubieran sido más mo<strong>de</strong>rados, la<br />

ambición <strong>de</strong> Báez no habría encontrado nunca la justificación que solía encontrar a los<br />

ojos <strong>de</strong>l pueblo.<br />

La prueba <strong>de</strong> que estamos en la verdad nos la suministra el mismo colega al hacer mención<br />

<strong>de</strong> que el referido Báez, que recibió el po<strong>de</strong>r <strong>de</strong> manos <strong>de</strong> Cabral en 1865, no fue consecuente<br />

con la Constitución que encontró en vigor, pues a poco la hizo abrogar sustituyéndola<br />

por la <strong>de</strong> diciembre <strong>de</strong> 1854, “que señalaba dos años más al período <strong>de</strong> Presi<strong>de</strong>nte”; <strong>de</strong> lo que<br />

se infiere que la sustitución no tuvo otro objeto que el <strong>de</strong> aprovechar el aumento <strong>de</strong>l período<br />

y reducir las garantías individuales, que <strong>de</strong> otra manera no valía la pena haber dado un paso<br />

tan abocado a serias dificulta<strong>de</strong>s, como el <strong>de</strong> <strong>de</strong>safiar la opinión pública quitando y poniendo<br />

constituciones, cual si se tratara <strong>de</strong> simples <strong>de</strong>coraciones <strong>de</strong> teatro.<br />

Y bueno es <strong>de</strong>jar en claro <strong>de</strong> paso, que si bien es innegable que Santana fue el hombre<br />

que más gravitó sobre los hombros <strong>de</strong> la nación en los pasados veinticuatro años, está muy lejos <strong>de</strong><br />

ser cierto que ella se inclinaba ante él y convenía en que la gobernara hasta por doce años, pues la<br />

historia nos dice que <strong>de</strong> los dos períodos <strong>de</strong> a cuatro años que le adjudicó la Constitución<br />

<strong>de</strong> 1844, no pudo cumplir ni uno solo sin tener que retirarse <strong>de</strong>l mando, ahuyentado por el<br />

<strong>de</strong>scontento <strong>de</strong> las mayorías, ostensiblemente manifestado en diferentes conspiraciones; que<br />

<strong>de</strong> los otros dos <strong>de</strong> a seis que se hizo poner en la Constitución <strong>de</strong> diciembre <strong>de</strong> 1854, apenas<br />

logró llenar ni siquiera a la mitad <strong>de</strong>l primero, sin verse obligado a <strong>de</strong>scen<strong>de</strong>r <strong>de</strong>l solio presi<strong>de</strong>ncial<br />

empujado por la voluntad <strong>de</strong>l pueblo; y que <strong>de</strong> los últimos, que se proporcionó con<br />

la contra-revolución que le hizo al Cibao, tampoco pudo cumplir ninguno, habiendo tenido<br />

que apelar al medio indigno <strong>de</strong> la anexión española para evitarse los peligros <strong>de</strong> una tercera<br />

caída. ¡Ya ve el colega que, para honra <strong>de</strong>l país, en cuyas virtu<strong>de</strong>s parece no creer, las cosas<br />

pasaron <strong>de</strong> distinto modo <strong>de</strong> cómo las refiere!<br />

En lo que sí estamos perfectamente <strong>de</strong> acuerdo es en que lo malo <strong>de</strong> los seis años no fueron<br />

ellos sino lo que en ellos sucediera. Caramba ¡que fue poco! Tanta sangre, tantas lágrimas, tanta<br />

miseria, tanta <strong>de</strong>solación, tanta infamia y todo eso ¿para qué? ¡Para sostener en el mando a<br />

un hombre que la echaba <strong>de</strong> amo y quería <strong>de</strong>struir la República anexándola al extranjero!<br />

¡Vaya una obcecación! Por eso es bueno ponerle trabas al personalismo, porque <strong>de</strong> su triunfo<br />

no hay que esperar sino reformas constitucionales y períodos <strong>de</strong> gobierno como el <strong>de</strong> los seis<br />

años, que fue <strong>de</strong> guerra porque se fundó a tiros, a tiros se sostuvo y a tiros era necesario combatirlo<br />

antes <strong>de</strong> que lo <strong>de</strong>struyera todo y no <strong>de</strong>jara ni piedra sobre piedra. Y he aquí por qué<br />

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