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Escritos históricos José Gabriel García<br />
la conservación <strong>de</strong>l or<strong>de</strong>n la base “racional y lógica” con que sueñan, pero que triunfando los<br />
contrarios; las cosas quedarían en el estado en que se encuentran.<br />
III<br />
Para que las Constituciones <strong>de</strong> San Cristóbal y <strong>de</strong> 16 <strong>de</strong> diciembre <strong>de</strong> 1854, que son<br />
las únicas que <strong>de</strong>ben consi<strong>de</strong>rarse como personificadas en el general Libertador, pudieran probar<br />
hasta no <strong>de</strong>jar duda, que la Primera República fue netamente conservadora en sus ten<strong>de</strong>ncias y<br />
en sus instituciones, sería necesario que hubieran tenido su origen en la opinión pública, o<br />
emanado <strong>de</strong> corporaciones en que la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia y la libertad <strong>de</strong> acción campearan sin<br />
trabas <strong>de</strong> ningún género, como sucedió en el Congreso Revisor <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 1854 y en<br />
la memorable Convención <strong>de</strong> Moca; pero como lejos <strong>de</strong> haber sido así, es <strong>de</strong> notoriedad<br />
que el Congreso Constituyente <strong>de</strong> 1844 tuvo que aceptar <strong>de</strong> por fuerza la imposición <strong>de</strong>l<br />
artículo 210, que a la majestad <strong>de</strong> los principios oponía la dictadura <strong>de</strong> Santana, y que el<br />
Congreso Ordinario <strong>de</strong> 1854 se vio compelido a <strong>de</strong>shacer su propia obra suplantándola<br />
con el proyecto <strong>de</strong> reforma constitucional que, acompañado <strong>de</strong> serias amenazas, le presentó la<br />
misma alta personalidad; resulta que los argumentos <strong>de</strong> que se vale El Faro para probar su<br />
<strong>de</strong>sventurada tesis quedan <strong>de</strong>svirtuados por completo y en disponibilidad <strong>de</strong> servir para<br />
robustecer la opinión contraria, o sea la <strong>de</strong> que la Primera República, más bien que conservadora,<br />
fue liberal en sus ten<strong>de</strong>ncias y en sus instituciones, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el momento en que se tenga en<br />
cuenta que la sabia Constitución <strong>de</strong> 25 <strong>de</strong> febrero <strong>de</strong> 1854, muy avanzada si se compara con<br />
la <strong>de</strong> San Cristóbal, tuvo su origen en la revisión que <strong>de</strong> esta hicieron espontáneamente los<br />
verda<strong>de</strong>ros representantes <strong>de</strong>l pueblo, así como también que la libérrima Constitución <strong>de</strong><br />
Moca emanó <strong>de</strong>l triunfo <strong>de</strong> una revolución <strong>de</strong> principios que se abrió camino con<strong>de</strong>nando<br />
los errores y las arbitrarieda<strong>de</strong>s <strong>de</strong> un pasado vergonzoso, errores y arbitrarieda<strong>de</strong>s en que<br />
entraban a formar en primera línea las dos modificaciones constitucionales dictadas por<br />
Santana con el apoyo armado <strong>de</strong>l ejército.<br />
Ahora en cuanto a la circunstancia <strong>de</strong> que “los quince años que precedieron a la Administración<br />
<strong>de</strong> 1880 ofrezcan un verda<strong>de</strong>ro mosaico, una mezcla incomprensible <strong>de</strong> ten<strong>de</strong>ncias<br />
liberales y <strong>de</strong> miras o fines reaccionarios casi a un mismo tiempo”, están las cosas tan claras<br />
que no atinamos a compren<strong>de</strong>r cómo ha podido El Faro no saber a la simple vista que, ese al<br />
parecer fenómeno, tiene su explicación en la lucha encarnizada sostenida entre los actores <strong>de</strong><br />
entonces, que eran los partidos llamados Azul y Rojo, los cuales no podían ignorar qué querían<br />
ni adón<strong>de</strong> iban, por la sencilla razón <strong>de</strong> que, tan pronto como llegaban al po<strong>de</strong>r, ponían en<br />
práctica sus creencias y sus aspiraciones políticas, o lo que es lo mismo, sus propósitos bien<br />
<strong>de</strong>finidos y fijos; el Partido Azul, consecuente con sus ten<strong>de</strong>ncias liberales, planteando instituciones<br />
avanzadas y ensayando algún hombre nuevo; el Partido Rojo, aferrado a sus miras o<br />
fines reaccionarios, atentando contra las instituciones avanzadas e imponiendo a su hombre <strong>de</strong><br />
siempre, y por eso creemos que es inútil afirmar que generalmente prevalecían en el ánimo<br />
popular, durante la época a que nos referimos, los intereses personales sobre los amplios y nobles<br />
intereses <strong>de</strong> la Patria, pues no hay prueba más elocuente que esa lucha tenaz entre dos partidos<br />
respetables, <strong>de</strong> que si había quienes trabajaran por poner la materialidad <strong>de</strong>l po<strong>de</strong>r sobre el po<strong>de</strong>r<br />
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