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Antología - Banco de Reservas

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Escritos históricos José Gabriel García<br />

En los Apuntes <strong>de</strong> este número ofrecemos a nuestros lectores un documento importantísimo<br />

y muy poco conocido en el país: la moción presentada a las Cortes Españolas, por el Gabinete <strong>de</strong><br />

Isabel II presidido por Narváez, en que, juzgando la anexión un acto impopular e inespontáneo,<br />

un abuso <strong>de</strong> la dictadura ejercida por Santana, pi<strong>de</strong> a las Cámaras la expedición <strong>de</strong>l <strong>de</strong>creto <strong>de</strong><br />

abandono.<br />

Léalo el pueblo, estudie en este memorable documento, aprenda a conocer el cúmulo <strong>de</strong><br />

ilegalida<strong>de</strong>s y torpes manejos que fueron en todo tiempo las condiciones indispensables <strong>de</strong><br />

mando <strong>de</strong> los gobiernos absorbentes que se sucedieran en el país <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el 44 al 61.<br />

¡Designios provi<strong>de</strong>nciales! A España misma tocó por órgano <strong>de</strong> su Ministerio <strong>de</strong>cir al<br />

mundo que el pueblo dominicano era, es y será siempre amante <strong>de</strong> su libertad y autonomía,<br />

y que solamente una turba exclusivista, utilitarista y falta <strong>de</strong> amor a la Patria fue la que llevó<br />

al mercado <strong>de</strong> Madrid nuestra nacionalidad, como otra turba aun más explotadora la pregonaba<br />

últimamente en la plaza pública <strong>de</strong> los E. U. <strong>de</strong>l Norte.<br />

¡España nos quiso prostituir con O’Donnell y la misma España nos rehabilitó con Narváez!<br />

ProyeCto sobre sANto DoMINGo<br />

A las Cortes: En la antigua Española, en la primera <strong>de</strong> las tierras que el gran Cristóbal<br />

Colón consi<strong>de</strong>ró digna <strong>de</strong> un establecimiento importante, en aquella gran<strong>de</strong> Antilla en<br />

que muchos años <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su segregación <strong>de</strong> la metrópoli no se ha <strong>de</strong>rramado una sola<br />

gota <strong>de</strong> sangre española, corre hoy esa sangre generosa, y los rigores <strong>de</strong> tan mortífero clima,<br />

viniendo en auxilio <strong>de</strong> los enemigos, hacen horribles <strong>de</strong>strozos en las filas <strong>de</strong> nuestros valientes<br />

soldados.<br />

Esta encarnizada lucha que trae <strong>de</strong> suyo también y sin compensación el inconveniente<br />

<strong>de</strong> gastar inútilmente el Tesoro público y consumir los pingües productos <strong>de</strong> las posesiones<br />

ultramarinas, no se ha promovido por haber intentado los anteriores gabinetes una ambiciosa<br />

guerra <strong>de</strong> conquista, tan ajena <strong>de</strong> la política sensata, justa, pacífica y <strong>de</strong>sinteresada,<br />

que hace larguísimo tiempo observa España: no ha sido tampoco originada por la necesidad<br />

<strong>de</strong> repeler extrañas agresiones, rechazando la fuerza con la fuerza a toda cesta y atendiendo<br />

a la <strong>de</strong>fensa <strong>de</strong>l honor mancillado; nada <strong>de</strong> esto; esa cruenta lucha ha comenzado al<br />

día siguiente en que el gobierno <strong>de</strong> S. M. <strong>de</strong> aquel entonces creyó que los habitantes todos<br />

<strong>de</strong> la República Dominicana pedían, rogaban, solicitaban con impaciente anhelo reincorporarse<br />

a la nación española, su madre antigua, y formar una <strong>de</strong> sus provincias, aspirando<br />

a la felicidad que disfrutan las <strong>de</strong> Cuba y Puerto Rico.<br />

Semejante <strong>de</strong>seo podría no ser cierto; pero era verosímil. El gobierno, poseído <strong>de</strong> estos<br />

sentimientos, creyó en el que parecía inspirar a los dominicanos, acogió sus votos, y aconsejó<br />

a S. M. la anexión <strong>de</strong> aquel Estado que se le presentaba como vivamente apetecida.<br />

Por eso los ministros, en un documento solemne, llamaron a aquel acontecimiento fausto,<br />

altamente honroso para España y pocas veces visto en los anales <strong>de</strong> los pueblos.<br />

Por eso, <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> referir la lamentable historia <strong>de</strong> Santo Domingo, <strong>de</strong>s<strong>de</strong> que en 1821<br />

proclamó su in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia, a semejanza <strong>de</strong> otras provincias <strong>de</strong>l continente americano, <strong>de</strong>spués<br />

<strong>de</strong> pintar el tristísimo cuadro <strong>de</strong> tan prolongado infortunio, agotadas las fuentes <strong>de</strong> la riqueza<br />

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