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Antología - Banco de Reservas

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<strong>Antología</strong> José Gabriel García<br />

más campo para esparcirse en los arranques impetuosos y en los pasos violentos, <strong>de</strong> que son<br />

pruebas inequívocas el tiro <strong>de</strong> la plaza <strong>de</strong> La Misericordia y la proclamación <strong>de</strong> Duarte en<br />

oposición a la <strong>de</strong> Santana; prefiriera antes que seguir el ejemplo <strong>de</strong> Sánchez, que igualmente<br />

menospreciado <strong>de</strong>spués <strong>de</strong> su regreso <strong>de</strong>l ostracismo por los hombres que gobernaban con<br />

Jimenes, optó por quedar en condición <strong>de</strong> preso en el cuartel general <strong>de</strong> Santana mejor que<br />

unirse al pronunciamiento <strong>de</strong>l ejército, prefiriera, <strong>de</strong>cimos, <strong>de</strong>jarse arrastrar por el <strong>de</strong>specho<br />

hasta el extremo <strong>de</strong> hacer causa común con el hombre <strong>de</strong> quien había recibido torpes humillaciones,<br />

sin <strong>de</strong>tenerse a meditar que una unión tan híbrida, cuenta habida <strong>de</strong> los distintos<br />

antece<strong>de</strong>ntes <strong>de</strong> los personajes que la contraían, no podía tener más duración que la que<br />

moralmente pudieran alcanzar los intereses afines que la dictaban. Y así se vio al cabo <strong>de</strong><br />

pocos años, siendo <strong>de</strong> notar que Mella no pudo estar mucho tiempo en el ministerio <strong>de</strong> Báez,<br />

ni conseguir tampoco que se prolongaran in<strong>de</strong>finidamente sus intimida<strong>de</strong>s con Santana, <strong>de</strong><br />

quien tuvo que irse alejando, hasta que llegó el momento supremo en que los separó para<br />

siempre la anexión española señalando distintos rumbos, no al patriotismo <strong>de</strong> ambos, como<br />

ofuscadamente asegura nuestro ilustrado contendiente, sino al amor a la patria <strong>de</strong>l uno y al<br />

egoísmo y a la ambición <strong>de</strong> mando <strong>de</strong>l otro. Sí, calificar <strong>de</strong> patriótico el rumbo tomado por<br />

Santana al realizar el funesto pensamiento <strong>de</strong> toda su vida, equivale a sostener las teorías <strong>de</strong><br />

los sofistas <strong>de</strong> que fue terror en Grecia el ilustre Sócrates: que no hay diferencia entre la verdad<br />

y el error, que las sutilezas capciosas valen más que la virtud y que las máximas <strong>de</strong> la moral no son sino<br />

vanas supersticiones. Porque, una <strong>de</strong> dos, si la anexión fue obra <strong>de</strong> la virtud, la Restauración fue<br />

un crimen, y en ese caso el 16 <strong>de</strong> agosto es una fecha nefanda que <strong>de</strong>be sustituirse en nuestros<br />

fastos nacionales con la <strong>de</strong>l 18 <strong>de</strong> marzo; pero si por el contrario la restauración fue obra <strong>de</strong> la<br />

virtud, la anexión fue entonces un crimen que <strong>de</strong>be ser execrado por el pueblo dominicano,<br />

si tiene a vanagloria estar en posesión <strong>de</strong>l rico tesoro <strong>de</strong> la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia nacional.<br />

A<strong>de</strong>más ¿qué diría nuestro ilustrado contendiente si un dominicano saliera diciendo por<br />

ahí que Valentín Alcántara, al dar la espalda a su ban<strong>de</strong>ra para irse a Haití a servir contra sus<br />

conciudadanos, había seguido el rumbo que le señalaba su patriotismo? Pondría los gritos<br />

en el cielo, como vulgarmente se dice, horrorizado <strong>de</strong> que se pretendiera subsanar un acto<br />

injustificable; y en ese caso no obraría con la imparcialidad <strong>de</strong>bida, porque si se da a Santana<br />

el <strong>de</strong>recho <strong>de</strong> haber creído que la felicidad <strong>de</strong>l pueblo dominicano <strong>de</strong>pendía <strong>de</strong> su reincorporación<br />

a la nacionalidad <strong>de</strong> que se había emancipado en 1821, hay que conce<strong>de</strong>rle a Valentín<br />

Alcántara el <strong>de</strong> suponer a su turno que esa felicidad consistía en unirse otra vez a la nacionalidad<br />

<strong>de</strong> que se había separado en 1844; <strong>de</strong> suerte que la rehabilitación <strong>de</strong>l primer ante la<br />

opinión pública tendría que venir aparejada <strong>de</strong> la <strong>de</strong>l segundo, a menos que se pretendiera<br />

llevar la exageración <strong>de</strong> los juicios hasta el punto <strong>de</strong> querer establecer gradaciones imposibles,<br />

con atropello <strong>de</strong> todas las reglas <strong>de</strong> la moral, entre la importancia <strong>de</strong> ambas faltas y la idiosincrasia<br />

<strong>de</strong> las dos nacionalida<strong>de</strong>s. No hay vueltas que darle a las cosas, la anexión a España fue<br />

un error <strong>de</strong> Santana y el dominicano que <strong>de</strong> buena fe la aceptó <strong>de</strong> otra manera sufrió grave<br />

equivocación que no hay <strong>de</strong>sdoro ninguno en confesar, pues no siendo el hombre infalible,<br />

más le cuadra rendir acatamiento a la verdad, que contrariarla con razones que pronuncian<br />

los labios pero que rechaza el corazón.<br />

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