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<strong>Antología</strong> José Gabriel García<br />
opinión, formada por la tradición y acogida ya por la historia, <strong>de</strong> que la anexión fue un hecho<br />
abominable concertado entre dos gobiernos <strong>de</strong> mala fe que, aunque persiguiendo propósitos<br />
distintos, lograron engañar <strong>de</strong> igual modo a sus comitentes respectivos, sin cuidarse <strong>de</strong> los<br />
sagrados intereses que <strong>de</strong> un golpe <strong>de</strong>jaban comprometidos.<br />
Y ya que nos ocupamos en aclarar los hechos que con la vida <strong>de</strong> Santana se relacionan<br />
no está <strong>de</strong> más que sostengamos aquí que sí tuvo dos rivales fuertes en Jimenes y en Báez,<br />
sin que sea razón <strong>de</strong> poco para ponerlo en duda la circunstancia <strong>de</strong> que ambos le hubieran<br />
servido <strong>de</strong> tenientes, pues por lo común los peores enemigos <strong>de</strong> los tiranos encarnan en las<br />
mismas figuras que a su sombra se levantan, <strong>de</strong> lo cual nos da la historia ejemplos a millares.<br />
Porque, ciertamente, si Jimenes no hubiera sido un rival fuerte <strong>de</strong> Santana, ni habría podido<br />
concitarle el disgusto <strong>de</strong> la opinión pública hasta el extremo <strong>de</strong> ponerle en el duro caso <strong>de</strong> dar<br />
su dimisión y retirarse a El Prado; ni mucho menos constituir sin el apoyo <strong>de</strong> sus gran<strong>de</strong>s influencias<br />
un or<strong>de</strong>n <strong>de</strong> cosas regular, que no obstante las torpezas cometidas por los hombres<br />
que lo sostenían, hubiera sido estable sin la invasión haitiana <strong>de</strong> 1848, que vino a ofrecer a<br />
los a<strong>de</strong>ptos que en el ejército tenía en gran número el déspota caído, favorable oportunidad<br />
para conspirar en su favor <strong>de</strong>smoralizando las tropas que guarnecían a Azua y poniendo en<br />
inminente peligro la existencia <strong>de</strong> la nacionalidad, todo con el <strong>de</strong>liberado fin <strong>de</strong> justificar la<br />
actitud revolucionaria asumida por el Congreso. Y si Báez no hubiera sido también un rival<br />
fuerte <strong>de</strong> Santana, ni habría podido preparar la evolución política que en 1856 le dictó su<br />
segunda dimisión y su otra retirada a El Prado; ni le hubiera sido posible reducirlo a prisión<br />
primero y expatriarlo <strong>de</strong>spués; ni habría podido resistir durante once meses a la potente<br />
revolución <strong>de</strong>l Cibao, que entre otras ventajas tuvo en su favor la espada y el prestigio <strong>de</strong>l afamado<br />
Libertador. Ahora, si todos estos hechos, <strong>de</strong> notoriedad indisputable, no constituyen a<br />
los hombres que los realizaron en rivales fuertes <strong>de</strong> Santana, venga otro y dígalo, que lo que<br />
somos nosotros no nos atrevemos a tanto.<br />
Lo que sí no tenemos reparo en observar, es que juzgan mal a Santana los que atribuyen su<br />
rápida elevación y la indisputable importancia que tuvo en el país, a los méritos que contrajo<br />
como soldado en los campos <strong>de</strong> batalla, pues todos los dominicanos saben que solo <strong>de</strong>senvainó<br />
su espada dos veces durante la dilatada lucha <strong>de</strong> la in<strong>de</strong>pen<strong>de</strong>ncia: en Azua, don<strong>de</strong> <strong>de</strong>spués<br />
<strong>de</strong> una victoria espléndida efectuó una retirada inexplicable que no recomienda mucho sus<br />
dotes militares; y en Las Carreras, batalla que los hombres <strong>de</strong> guerra consi<strong>de</strong>ran inferior a<br />
la <strong>de</strong> El Número, que por haber tenido lugar tres días antes fue la que repuso el honor <strong>de</strong><br />
las armas dominicanas mancillado en la <strong>de</strong>rrota <strong>de</strong> Azua, y por consiguiente, la que <strong>de</strong>cidió<br />
<strong>de</strong>l éxito <strong>de</strong> la primera invasión <strong>de</strong> Soulouque. La prepon<strong>de</strong>rancia y el ascendiente <strong>de</strong> que<br />
por intervalos disfrutó este hombre extraordinario, se <strong>de</strong>ben a su energía como gobernante,<br />
a su tenacidad como revolucionario, a su entereza como político, a su actividad asombrosa,<br />
a su ambición nunca <strong>de</strong>smentida, a su valor personal, a su temperamento activo y a sus<br />
i<strong>de</strong>as absolutistas. Sin el golpe <strong>de</strong> estado <strong>de</strong>l 12 <strong>de</strong> julio, sus glorias <strong>de</strong> Azua habrían valido<br />
menos que las <strong>de</strong> Imbert en Santiago, que las <strong>de</strong> Duvergé en Cachimán, que las <strong>de</strong> Puello en<br />
Estrelleta, que las <strong>de</strong> Salcedo en Beler, que las <strong>de</strong> Sosa en Cambronal, que las <strong>de</strong> Valerio en<br />
Sabana Larga y que las <strong>de</strong> Cabral en Santomé. Sin el triunfo <strong>de</strong>l alzamiento contra Jimenes<br />
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