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Escritos históricos José Gabriel García<br />
habría llegado a ser libre sin la mano amiga que le tendiera la Inglaterra. Lo que sí causa<br />
asombro es ver al gobierno <strong>de</strong> la más gran<strong>de</strong> <strong>de</strong> las Repúblicas, empeñado en la cuajosa obra<br />
<strong>de</strong> sostener a un tirano a trueque <strong>de</strong>l sacrificio injusto <strong>de</strong> la más pequeña <strong>de</strong> sus hermanas; y<br />
esto precisamente cuando el que lo presi<strong>de</strong> es el general Grant, que está comprometido ante<br />
el mundo a llevar a cabo el noble propósito que encierran las siguientes palabras, dirigidas<br />
por él a las Cámaras el día 6 <strong>de</strong> diciembre <strong>de</strong> 1869: nuestra conducta en las querellas <strong>de</strong> las<br />
naciones entre sí, y <strong>de</strong> los gobiernos con sus gobernados, <strong>de</strong>be conformarse a la estricta justicia y a las<br />
leyes tanto internacionales como locales.<br />
III<br />
Uno <strong>de</strong> los propósitos señalados con más claridad por los miembros <strong>de</strong> la comisión en<br />
el curioso informe que venimos examinando, es el <strong>de</strong> presentar a los ojos <strong>de</strong>l pueblo norteamericano<br />
el proyecto <strong>de</strong> anexión en crisálida, que no es sino obra <strong>de</strong> la especulación, <strong>de</strong><br />
la arbitrariedad y <strong>de</strong> la violencia, como emanado <strong>de</strong> un acto espontáneo <strong>de</strong> la gran familia<br />
dominicana, producido sin extraño estímulo, por el <strong>de</strong>seo que la anima <strong>de</strong> mejorar su condición<br />
política y social.<br />
Pero como esta suposición está <strong>de</strong>smentida <strong>de</strong> antemano, entre otros hechos históricos,<br />
por el resultado <strong>de</strong>sastroso <strong>de</strong> la reincorporación española, que <strong>de</strong>bió su origen al mismo<br />
pretexto, sugerido por i<strong>de</strong>as igualmente especulativas, suce<strong>de</strong> que los diplomáticos investigadores<br />
han tenido que recurrir, para disimular su apasionada ten<strong>de</strong>ncia, al ridículo expediente<br />
<strong>de</strong> <strong>de</strong>scomponer las tradiciones nacionales, como si fuera tarea fácil la <strong>de</strong> hacer olvidar<br />
acontecimientos <strong>de</strong> ayer, estando abiertas aún las heridas que causaron y húmedas todavía las<br />
lágrimas que hicieron <strong>de</strong>rramar.<br />
De aquí que hayan incurrido en el error histórico <strong>de</strong> suponer, que la sangrienta guerra<br />
<strong>de</strong> la Restauración nació <strong>de</strong>l alejamiento <strong>de</strong> los dominicanos <strong>de</strong> los <strong>de</strong>stinos públicos, <strong>de</strong> la brutalidad<br />
insoportable <strong>de</strong> los empleados superiores, <strong>de</strong> la ten<strong>de</strong>ncia <strong>de</strong> los españoles a regularizar los <strong>de</strong>talles <strong>de</strong> la<br />
vida ordinaria, <strong>de</strong> la intolerancia <strong>de</strong>l clero, <strong>de</strong> la aversión <strong>de</strong> los hijos <strong>de</strong>l país al gobierno monárquico,<br />
y <strong>de</strong>l temor al restablecimiento <strong>de</strong> la esclavitud, cuando es innegable que los dominicanos fueron<br />
llamados a <strong>de</strong>sempeñar empleos públicos <strong>de</strong> toda especie, siendo muy raros los casos <strong>de</strong><br />
violencia ejercidos por los mandatarios, quienes, justo es confesarlo, respetaron los usos y<br />
costumbres nacionales en cuanto les fue posible, sin alterar la tolerancia religiosa <strong>de</strong> la forma<br />
en que la encontraron establecida, ni dar motivo a que la gente <strong>de</strong> color, que alternaba en<br />
todo al igual <strong>de</strong> las otras clases, pudiera abrigar la más leve <strong>de</strong>sconfianza respecto a la pérdida<br />
<strong>de</strong> su libertad individual. 36<br />
36 Para dar una i<strong>de</strong>a <strong>de</strong> lo mal informados que están los comisionados respecto <strong>de</strong> las cosas que han pasado en<br />
Santo Domingo, basta hacer presente que durante la última dominación española todos los tenientes gobernadores<br />
eran dominicanos, y que no había corporación u oficina pública en que los hijos <strong>de</strong>l país no tuvieran asiento. En la<br />
Real Audiencia solo había cuatro, dos oidores, un fiscal y el secretario, que eran los señores Bobadilla, Castro, Marcano<br />
y Heredia. La Secretaría <strong>de</strong>l gobierno superior estuvo a cargo <strong>de</strong> dos dominicanos, los señores Fernán<strong>de</strong>z <strong>de</strong> Castro<br />
y Galván. En el Consejo Administrativo figuraban los señores Lavastida, Valver<strong>de</strong>, Del Monte, Tejera y Carmona. Los<br />
Ayuntamientos estaban compuestos por hijos <strong>de</strong>l país. En el ejército ingresaron con sus grados los generales Santana,<br />
Alfau y Puello. Báez mismo, para no cansar, se ciñó temporalmente la faja <strong>de</strong> mariscal <strong>de</strong> campo. ¿Se quiere mayor<br />
prueba? (Nota <strong>de</strong>l autor).<br />
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