Te presto mi Stradivarius, de Gloria Gitaroff

Te presto mi Stradivarius
41.
Los viernes nuestros humores no coincidían. Yo estaba triste porque
el fin de semana me aterraba y él contento al no tener que trabajar
al día siguiente. Tampoco coincidíamos los lunes, en que yo estaba
contenta porque la agencia me ayudaba a no pensar en mis penas
y él mufado, por volver.
Ese viernes me pareció más jovial que de costumbre. Bromeaba
con todo el mundo y hasta se ofreció para hacer el café, quizás por
primera vez en su historia.
Me gustan los viernes porque estás de buen humor. —le dije.
Juan se acercó bruscamente y quedamos muy cerca. Me miró y con
voz baja y ronca me dijo:
—Ayer me separé, Inés.
Me sentí paralizada, no sé si por la sorpresa, o por su cercanía.
—Decímelo otra vez.
—Para qué, si me entendiste perfectamente. No quiero que nadie
lo sepa.
Me hice a un lado para dejarlo pasar y Juan se sentó frente a su escritorio.
Nos dedicamos a disimular. Entró alguien y me preguntó:
—¿Te pasa algo, Inés? —traté de disimular mejor.
Cuando nos quedamos solos, él en su escritorio y yo en el mío,
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