Te presto mi Stradivarius, de Gloria Gitaroff

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Gloria Gitaroff
—Por cuatro horas.
Abandonó el aire canchero y dijo que le parecía una barbaridad y
si ellos sabían que había estado solamente dos meses en Réplica.
—Sí —le dije, pero él no me creyó. Tomé aire y seguí:
—Mi deuda de gratitud contigo me hubiera impedido intentar en
otra agencia, si no hubiesen pasado cosas en Réplica que no me gustaron…
Se mostró interesado y se acomodó en el asiento, lo cual me dio
fuerzas para seguir:
—… te diré que mis compañeros son extraordinarios, aprendí mucho
con ellos, no tengo nada de que quejarme, pero me dolió mucho
lo de Miguel, le hiciste dejar su trabajo y ahora lo vas a echar.
Como él no decía nada, me subí a mi reivindicación y le dije:
—¿Acaso la idea de tomar gente sin experiencia no fue tuya?
—Bueno, el asunto de Miguel… no lo voy a echar de la noche a la
mañana. Además, esta no es una Sociedad de Beneficencia; si alguien
sirve, bien, y si no…
—Stafford, por favor dale una oportunidad, dale tiempo para que
te demuestre si sirve o no.
Stafford pareció incómodo. Decidí que ya había dicho bastante,
incluso mucho más de lo que pensaba, así que decidí cambiar de
tema.
—Quiero volver a agradecerte por haber confiado en mí, y decirte
que por eso elegí este camino en lugar de hablarte de vagos problemas
personales.
Me levanté para despedirme y agregué que consideraba que él era
un buen tipo y se merecía mi sinceridad.
Como con García Torres, las cosas se habían dado vuelta y no se
sabía muy bien quién despedía a quién.