Te presto mi Stradivarius, de Gloria Gitaroff

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Gloria Gitaroff
Para terminar, le agregó por su cuenta un saludo de fin de año cosa
en la que seguramente ni por asomo había pensado Omar, que quedaría
de lo más atento.
La eficiencia de Laura fue demasiada para mí. Pretexté cualquier
cosa y salí disparando. Me acompañó hasta la puerta mientras me decía
que volviera al día siguiente. Apenas si la escuché, porque lo único
que quería hacer era irme, convencida de que la máquina eléctrica
había triunfado sobre mí, y que por lo visto nunca sería capaz de
hacer bien el trabajo.
Unas ganas de correr tan intensas empezaron a parecerme sospechosas.
¿No estaría exagerando un poco mi incapacidad para ese trabajo
y para asumir responsabilidades?
A las tres cuadras, me di cuenta de qué me pasaba. No era el mío
un miedo a no poder hacer lo que Omar esperaba de mí. Claro que
podía. ¿Acaso no era capaz de escribir cualquier cosa? ¿Acaso no me
habían llamado desde la agencia al menos para hacer avisos gracias a
mi loca carta?
Seguramente, el mío era miedo de poder. De todos modos, no volví.
Había sido demasiado para mí ese día.