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Te presto mi Stradivarius, de Gloria Gitaroff

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210<br />

<strong>Gloria</strong> <strong>Gitaroff</strong><br />

dije que sí y me dijo que fuera a verlo en cinco <strong>mi</strong>nutos y que lo esperara<br />

en la recepción <strong>de</strong> su piso.<br />

El piso se fue vaciando. Ya no quedaba nadie más que yo, esperando<br />

ante su puerta. Igual que Carlitos, esperando afuera con el frío,<br />

<strong>mi</strong>rándose la punta <strong>de</strong> sus zapatones y revoleando la nariz, siempre<br />

atacada <strong>de</strong> picazón.<br />

Se abrió la puerta. Yo <strong>de</strong>jé <strong>de</strong> ser Carlitos y volví a ser Inés, dispuesta a<br />

pelear por ella a capa, espada, perfume y todo lo que tuviera a mano.<br />

Salas estuvo muy atento con<strong>mi</strong>go. Hasta me pidió disculpas por<br />

no haberme recibido antes; la campaña tenía la culpa. Yo traté <strong>de</strong> ser<br />

medida y contarle lo sucedido con ecuani<strong>mi</strong>dad. Sólo que, al llegar<br />

a lo <strong>de</strong>l libro, que en rigor no tenía nada que ver con el asunto, no<br />

pu<strong>de</strong> con <strong>mi</strong> genio y exageré un poco. Le dije que estaba en tratos<br />

nada menos que con Sudamericana para que me lo editaran. Lo cierto<br />

es que el a<strong>mi</strong>go <strong>de</strong> Andrés trabajaba en la editorial, había leído algunos<br />

capítulos y aunque le habían gustado, no entendía mucho <strong>de</strong><br />

esas cosas, y la verdad que él en Sudamericana, lo que se dice no cortaba<br />

ni pinchaba.<br />

No creo que eso fuera estar en tratos, pero era una frase tan linda<br />

que era una pena no usarla. Volviendo al tema, le dije, para ter<strong>mi</strong>nar,<br />

que lo único que yo pretendía era tener la oportunidad <strong>de</strong> <strong>de</strong>mostrar<br />

lo que sabía, ya que García Torres no me la había dado.<br />

Salas hojeó <strong>mi</strong> carpeta y me hizo algunas preguntas. Yo no me quería<br />

ilusionar <strong>de</strong>masiado mucho, pero tampoco poco, así que al final<br />

me ilusioné bastante.<br />

Cuando Salas llegó a la última hoja, es <strong>de</strong>cir enseguida, cerró <strong>de</strong>spacio<br />

la carpeta, me la entregó y me dijo que se veía que yo recién<br />

estaba empezando, pero también se veía que tenía condiciones. Me<br />

dijo también que Fornari le había hablado <strong>de</strong> mí y que yo iba a trabajar<br />

con él <strong>de</strong>s<strong>de</strong> el próximo lunes.<br />

No me acuerdo qué le contesté. Bajé corriendo los pisos y cuando<br />

llegué a la puerta <strong>de</strong> calle me largué a llorar sin importarme que la gente<br />

que pasaba me <strong>mi</strong>rara. Todos los nervios acumulados en la entrevista,<br />

que me había cuidado muy bien <strong>de</strong> sentir, aparecían por fin.<br />

En el parabrisas <strong>de</strong>l auto me encontré con una nota que me ha-

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