Te presto mi Stradivarius, de Gloria Gitaroff
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<strong>Te</strong> <strong>presto</strong> <strong>mi</strong> <strong>Stradivarius</strong><br />
—Las dos cosas son ciertas, pero eso no es todo. —abrió el sobre <strong>de</strong>l<br />
azúcar, endulzó el café y lo revolvió con parsimonia, <strong>mi</strong>entras pensaba<br />
en lo que me iba a <strong>de</strong>cir.<br />
—<strong>Te</strong> diré que no sos el tipo <strong>de</strong> mujer que me atrae… —hacía tiempo<br />
que me había dado cuenta; igual, no me gustó escuchárselo <strong>de</strong>cir.<br />
—… pero tenés atractivos <strong>de</strong> sobra para atraer a otros. Por un lado<br />
es cierto que algunos hombres suelen andar por el mundo conquistando<br />
mujeres. A<strong>de</strong>más, vos sos libre y no estás <strong>de</strong>samparada.<br />
—¿Y entonces?<br />
Es muy tranquilizante para ellos, te diré. A<strong>de</strong>más, sos una piba sensata,<br />
podés darles paz, entre otras cosas, claro. Como los hombres están<br />
siempre llenos <strong>de</strong> problemas, les gustan las mujeres in<strong>de</strong>pendientes<br />
que no les traigan más problemas, que hacen lo que les gusta, que<br />
están contentas… como vos.<br />
—<strong>Te</strong>ngo que pensar lo que me <strong>de</strong>cís, todo es muy nuevo para mí.<br />
Juan me <strong>mi</strong>ró muy, pero muy serio:<br />
—Inés, no pienses que está mal que se quieran acostar con vos—yo<br />
me turbé.<br />
—Pero Juan, son egoístas, qué me ofrecen, retacitos <strong>de</strong> tiempo, <strong>de</strong><br />
afecto, los que le sobra… son casados.<br />
—Ni ellos saben qué te ofrecen. <strong>Te</strong> ofrecen el presente, el mañana<br />
¿quién lo pue<strong>de</strong> saber?<br />
No me convenció, él se dio cuenta y me animó a seguir:<br />
—Explicame más.<br />
—El asunto es así: no sé si me gustan.<br />
—Alguno te <strong>de</strong>be gustar.<br />
—Bueno, uno.<br />
—¿y?<br />
—Ese es el casado.<br />
—¿Se lleva bien con la mujer?<br />
—No sé.<br />
—Si se llevara mal, siempre se pue<strong>de</strong> separar.<br />
—Yo que sé, me extraña, Juan, que lo digas así, vos que sabés tan<br />
bien como yo que tampoco es fácil separarse en el supuesto que quisiera.<br />
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